tas preguntas Respecto de este cuento "Cuento para tahures" de rodolfo walsh 1)Describe el ambiente en el que sucede la historia y los personajes principales2) cual es el conflicto que presenta el cuento?3) por que es un cuento policial? Identifica los parrafos que sirven de ejemplo de esto4) que palabras o expresiones nos permiten saber que la historia del cuento es ficion? Define no ficcion
Respuestas
Respuesta dada por:
7
Cuentos para tahúres
Rodolfo Walshde Diez cuentos policiales argentinos
Editorial Hachette, 1953
Salió no más el 10 un 4 y un 6 cuando ya nadie lo creía. A mí qué me importaba, hacía rato que me habían dejado seco. Pero hubo un murmullo feo entre los jugadores acodados a la mesa del billar y los mirones que formaban rueda. Renato Flores palideció y se pasó el pañuelo a cuadros por la frente húmeda. Después juntó con pesado movimiento los billetes de la apuesta, los alisó uno a uno y, doblándolos en cuatro, a lo largo, los fue metiendo entre los dedos de la mano izquierda, donde quedaron como otra mano rugosa y sucia entrelazada perpendicularmente a la suya. Con estudiada lentitud puso los dados en el cubilete y empezó a sacudirlos. Un doble pliegue vertical le partía el entrecejo oscuro. Parecía barajar un problema que se le hacía cada vez más difícil. Por fin se encogió de hombros.Lo que quieran...dijo.Ya nadie se acordaba del tachito de la coima. Jiménez, el del negocio, presenciaba desde lejos sin animarse a recordarlo. Jesús Pereyra se levantó y echó sobre la mesa, sin contarlo, un montón de plata.La suerte es la suerte dijo con una lucecita asesina en la mirada. Habrá que irse a dormir.Yo soy hombre tranquilo; en cuanto oí aquello, gané el rincón más cercano a la puerta. Pero Flores bajó la vista y se hizo el desentendido.Hay que saber perder dijo Zúñiga sentenciosamente, poniendo un billetito de cinco en la mesa. Y añadió con retintín: Total, venimos a divertirnos.- ¡Siete pases seguidos! -comentó, admirado, uno de los de afuera.
Rodolfo Walshde Diez cuentos policiales argentinos
Editorial Hachette, 1953
Salió no más el 10 un 4 y un 6 cuando ya nadie lo creía. A mí qué me importaba, hacía rato que me habían dejado seco. Pero hubo un murmullo feo entre los jugadores acodados a la mesa del billar y los mirones que formaban rueda. Renato Flores palideció y se pasó el pañuelo a cuadros por la frente húmeda. Después juntó con pesado movimiento los billetes de la apuesta, los alisó uno a uno y, doblándolos en cuatro, a lo largo, los fue metiendo entre los dedos de la mano izquierda, donde quedaron como otra mano rugosa y sucia entrelazada perpendicularmente a la suya. Con estudiada lentitud puso los dados en el cubilete y empezó a sacudirlos. Un doble pliegue vertical le partía el entrecejo oscuro. Parecía barajar un problema que se le hacía cada vez más difícil. Por fin se encogió de hombros.Lo que quieran...dijo.Ya nadie se acordaba del tachito de la coima. Jiménez, el del negocio, presenciaba desde lejos sin animarse a recordarlo. Jesús Pereyra se levantó y echó sobre la mesa, sin contarlo, un montón de plata.La suerte es la suerte dijo con una lucecita asesina en la mirada. Habrá que irse a dormir.Yo soy hombre tranquilo; en cuanto oí aquello, gané el rincón más cercano a la puerta. Pero Flores bajó la vista y se hizo el desentendido.Hay que saber perder dijo Zúñiga sentenciosamente, poniendo un billetito de cinco en la mesa. Y añadió con retintín: Total, venimos a divertirnos.- ¡Siete pases seguidos! -comentó, admirado, uno de los de afuera.
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