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Ni Zeus pude escapar a la Moira, o destino.
El poder de Zeus no descansaba en controlar el destino, sino en conocerlo antes que nadie, mediante una balanza de oro, que desplegaba, poniendo en sus platillos las opciones. Cuando la balanza se inclinaba, el sabía lo que había de venir, y posicionaba su voluntad del lado del destino. El poder de Zeus se reducía a mandar lo que el destino obligaba.
En la mitología griega, los hombres siempre son juguete del destino. Edipo se aleja de Corinto, porque un oráculo le ha dicho que matará a su padre, y desposará a su madre. En el camino, cerca de Tebas, se encuentra con un hombre que no le deja pasar. Riñen y lo mata, resuelve el enigma de la Esfinge y es hecho rey de Tebas, donde se casa con Yocasta. Descubre luego que no es hijo de los reyes de Corinto, sino de Layo, el hombre que ha matado, y de Yocasta, que es su madre... el destino contempla el intentó de evasión, se nutre de él, lo hace parte de sí.
Había una tradición, oficialmente condenada y censurada, que decía que así como Cronos destronó a su padre Uranos, y así como Zeus destronó a su padre Cronos, llegaría un descendiente de Zeus a destronarlo. De eso trata el Prometeo Encadenado, de Esquilo, del intento de Zeus por descubrir de Prometeo quién será el que lo destrone
Ni Zeus pude escapar a la Moira, o destino.
El poder de Zeus no descansaba en controlar el destino, sino en conocerlo antes que nadie, mediante una balanza de oro, que desplegaba, poniendo en sus platillos las opciones. Cuando la balanza se inclinaba, el sabía lo que había de venir, y posicionaba su voluntad del lado del destino. El poder de Zeus se reducía a mandar lo que el destino obligaba.
En la mitología griega, los hombres siempre son juguete del destino. Edipo se aleja de Corinto, porque un oráculo le ha dicho que matará a su padre, y desposará a su madre. En el camino, cerca de Tebas, se encuentra con un hombre que no le deja pasar. Riñen y lo mata, resuelve el enigma de la Esfinge y es hecho rey de Tebas, donde se casa con Yocasta. Descubre luego que no es hijo de los reyes de Corinto, sino de Layo, el hombre que ha matado, y de Yocasta, que es su madre... el destino contempla el intentó de evasión, se nutre de él, lo hace parte de sí.
Había una tradición, oficialmente condenada y censurada, que decía que así como Cronos destronó a su padre Uranos, y así como Zeus destronó a su padre Cronos, llegaría un descendiente de Zeus a destronarlo. De eso trata el Prometeo Encadenado, de Esquilo, del intento de Zeus por descubrir de Prometeo quién será el que lo destrone
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