Respuestas
Un sociólogo político podría poner en duda aquello de que nuestros próceres rindieron su sangre por liberarnos de la monarquía española. Para comenzar, ni la revuelta del 20 de julio de 1810 ni el Memorial de Agravios pretendieron la liberación total del régimen monárquico, sino pedirle a Fernando VII -débil en el reino y en el trono- que él mismo gobernara sus colonias, no los virreyes.
Casi la totalidad de nuestra historia apunta a que el "ser
monárquico" pesa mucho en el alma nacional. Para todo utilizamos el
lenguaje real. Si se trata de afirmar que una persona o grupo maneja
determinada esfera, decimos que es su 'rey'. Y lo aplicamos tanto a las
actividades legítimas como a las ilegítimas.
Lo más frecuente son los
'reinados': de belleza pura y simple, del café, de la panela, de la
piña, y hasta de la yuca. Pero también hemos tenido reina de la coca, de
la heroína, de la marihuana, de la corrupción, en fin.
Igualmente, tenemos reyes a profusión, en áreas legales e ilegales: el vallenato, el del mambo, el del café, referido a productores de verdad y no a los avivatos que, usurpando el nombre de los verdaderos caficultores, hicieron un paro para cobrar costosos subsidios y acrecentar su fortuna. También, el equivalente masculino de la coca, marihuana y corrupción. Cuando se quiere hablar bien de alguien se dice que es un 'príncipe', o una 'princesa'.