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EL PACHUCO Y OTROS EXTREMOSEl descubrimiento de nosotros mismos se manifiesta como un sabernos solos; entre el mundo y nosotros se abre una impalpable, transparente muralla: la de nuestra consciencia. Es cierto que apenas nacemos nos sentimos solos; pero niños y adultos pueden trascender su soledad y olvidarse de sí mismos a través de juego o trabajo.Como es sabio, los “pachucos” son bandas de jóvenes, generalmente de origen mexicano, que viven en las ciudades del sur y que se singularizan tanto por su vestimenta como por su conducta y lenguaje. Los “pachucos” no reivindican su raza ni la nacionalidad de sus antepasados, El “pachuco” no quiere volver a su origen mexicano; tampoco -al menos en su apariencia- desea fundirse a la vida norteamericana. Todo en él es impulso que se niega así mismo, nudo de contradicciones, enigma. Y el primer enigma es su nombre mismo: “pachuco”, vocablo de incierta filiación, que dice nada y dice todo.El pachuco ha perdido toda su herencia: lengua, religión, costumbres, creencias. Solo le queda un cuerpo y un alma a la intemperie, inerme ante todas las miradas. Su disfraz lo protege y, al mismo tiempo, lo destaca y lo aísla: lo oculta y lo exhibe. El pachuquismo es una sociedad abierta-en ese país en donde abundan religiones y atavíos tribales, destinados a satisfacer el deseo del norteamericano medio de sentirse parte de algo más vivo y concreto que la abstracta moralidad del American way of life-. El traje del pachuco no es un uniforme ni un ropaje ritual. Es, simplemente, una moda. Los pachucos se advierten una ambigüedad: por una parte, su ropa los aísla y los distingue; por la otra, esa misma ropa constituye un homenaje a la sociedad que pretenden negar. Niega la sociedad de que procede y a la norteamericana. La realidad, esto es, el mundo que nos rodea, existe por sí misma, tiene vida propia y no ha sido inventada, como en los Estados Unidos por el hombre. El mexicano se siente arrancado del seno de esa realidad, a un tiempo creadora y destructora, Madre y Tumba. La historia de México es la del hombre que busca su filiación, su origen. Algunos pretenden que todas las diferencias entre los norteamericanos y nosotros son económicas, esto es, que ellos son rico y nosotros pobres, que ellos nacieron en la Democracia, el Capitalismo y la Revolución industrial y nosotros en la Contrarreforma, en el Monopolio y el Feudalismo. Los norteamericanos quieren comprender; nosotros contemplar. Son activos; nosotros quietistas: disfrutamos de nuestras llagas como ellos de sus inventos. Para los norteamericanos el mundo es algo que se puede perfeccionar; para nosotros, algo que se puede redimir. Ellos son modernos. Nosotros como sus antepasados puritanos, creemos que el pecado y muerte constituyen el fondo último de la naturaleza humana.
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