• Asignatura: Castellano
  • Autor: joseluis1295
  • hace 8 años

Resumen del cuento pesadillas de julio cortazar .

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Respuesta dada por: JackNorm
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La pesadilla empezó la misma tarde en que doña Luisa no encontraba el termómetro y los susurros del comienzo no tenían razón de ser porque Mecha era incapaz de escuchar, doña Luisa iba a decir algo más sobre el termómetro cuando vieron pasar el temblor por las manos de Mecha, un moverse de los ojos bajo los párpados, como una voluntad de hablar, el pulso más rápido, el lento regreso a la inmovilidad.


  Lauro veló junto a Mecha hasta medianoche, de a ratos leyendo apuntes para los exámenes. Cuando se oyeron las sirenas pensó que hubiera tenido que telefonear al número que le había dado Lucero, pero no debía hacerlo desde la casa y no era cuestión de salir a la calle justo después de las sirenas. 


Lauro volvió tarde la noche siguiente, y el señor Botto le hizo una pregunta casi evasiva sin dejar de mirar el televisor. «Una reunión con amigos», dijo Lauro buscando con qué hacerse un sándwich. «Vos sabrás lo que haces, muchacho», dijo el señor Botto sin sacar los ojos de la pelota, «pero ándate con cuidado». Antes de salir Lauro entró un momento en la pieza de Mecha, casi antes de verla en la penumbra sintió la pesadilla, el temblor de las manos, la habitante secreta resbalando bajo la piel. Las sirenas afuera otra vez, no debería salir hasta más tarde, pero entonces el almacén estaría cerrado y no podría telefonear.


 Era jueves, Lauro había salido a las ocho sin despedirse, no estaba seguro de volver para la cena, que no lo esperaran por las dudas. Se oían ráfagas de ametralladora por el lado de Plaza Irlanda, de pronto la calma, mejor irse a dormir.  Nadie se enteró de que la puerta no iba a abrirse en toda la noche, que Lauro no estaba de vuelta en su pieza, por la mañana pensaron que descansaba todavía después de algún examen o que estudiaba.


 Lauro no estaba a la una. Era más de las siete cuando la enfermera fue a buscar a doña Luisa que seguía telefoneando, el señor Botto esperaba que un comisario amigo lo llamara. La enfermera insistía y doña Luisa fue a ver a Mecha, de repente empezó a mover la cabeza, Avisar en seguida al doctor Raimondi, difícil ubicarlo a fin de tarde pero a las nueve su mujer telefoneó para decir que llegaría enseguida. «Va a ser difícil que pase», dijo la enfermera «cerraron todo el barrio no se sabe por qué, oigan las sirenas».


 En la sala el señor Botto empezó a discar y se paró, colgó el tubo. La sirena crecía viniendo del lado de Gaona cuando Mecha abrió los párpados, sus ojos se fijaron en un punto del cielo raso, derivaron lentamente hasta la cara de doña Luisa que gritaba, llamando desesperada al señor Botto que ahora llegaba y se quedaba inmóvil a los pies de la cama, el cuerpo de Mecha estremeciéndose en un espasmo porque acaso sus oídos escuchaban ahora la multiplicación de las sirenas, los golpes en la puerta que hacían temblar la casa, los gritos de mando y el crujido de la madera astillándose después de la ráfaga de ametralladora, los alaridos de doña Luisa.

Respuesta dada por: angeltoms3
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Resumen del cuento pesadillas de Julio Cortazar.

El cuento toma inicio con la pesadilla empezó la misma tarde en que doña Luisa no encontraba el termómetro, y el susurro del comienzo no tenían razón de ser porque Mecha era incapaz de escuchar, doña Luisa iba a decir algo más sobre el termómetro cuando vieron pasar el temblor por las manos de Mecha, un moverse de los ojos bajo los párpados, como una voluntad de hablar, el pulso más rápido, el lento regreso a la inmovilidad. Lauro veló junto a Mecha hasta medianoche, de a ratos leyendo apuntes para los exámenes. Cuando se oyeron las sirenas pensó que hubiera tenido que telefonear al número que le había dado Lucero, pero no debía hacerlo desde la casa y no era cuestión de salir a la calle justo después de las sirenas. 

Lauro volvió tarde la noche siguiente, y el señor Botto le hizo una pregunta casi evasiva sin dejar de mirar el televisor. «Una reunión con amigos», dijo Lauro buscando con qué hacerse un sándwich. «Vos sabrás lo que haces, muchacho», dijo el señor Botto sin sacar los ojos de la pelota, «pero ándate con cuidado». Antes de salir Lauro entró un momento en la pieza de Mecha, casi antes de verla en la penumbra sintió la pesadilla, el temblor de las manos, la habitante secreta resbalando bajo la piel. Era jueves, Lauro había salido a las ocho sin despedirse, no estaba seguro de volver para la cena, que no lo esperaran por las dudas. Se oían ráfagas de ametralladora por el lado de Plaza Irlanda, de pronto la calma, mejor irse a dormir.  Nadie se enteró de que la puerta no iba a abrirse en toda la noche, que Lauro no estaba de vuelta en su pieza, por la mañana pensaron que descansaba todavía después de algún examen o que estudiaba.

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