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Un domingo por la mañana mi madre nos despertó a mis hermanos y a mi: Nos preparó unas sabrosas gorditas rellenas de frijoles con chorizo y nos buscó gorras para cubrirnos del sol.
Cuando estábamos todos listos, enfilamos rumbo a un lugar llamado “ El cerro del Tizate”. Nos fuimos caminando, recuerdo que iba mucha gente para el mismo lugar ya que como mamá nos contó se rumoraba que ese día del mes de octubre se aparecería la virgen del Rosario en una parte del cerro antes citado, que esto lo había escuchado en una misa oficiada por el Señor Cura Nabor Cárdenas, párroco de la Iglesia de Puruaran, Michoacán.
Acudió gente de muchas partes a presenciar este incidente tan lleno de misterio y misticismo. Recuerdo que muchos se arremolinaban y nos aventaban. Por tal motivo quedé cerca de donde ocurrió el acontecimiento que cambió la vida de muchas personas que hoy habitan ese lugar tan misterioso.
No sé si fue mi fe o mi ingenuidad pero yo recuerdo la aparición en un manto que tenía en sus manos una señora de nombre Magdalena Rodríguez que vive cerca de mi casa y que es muy católica.
Cierto es que en un lugar desierto, sin agua, se apareció la virgen y de las profundidades brotó un agua tan cristalina como el alma de nuestro padre, Dios.
Se dice que este líquido cura de distintas enfermedades desde ceguera hasta diabetes y otros y es que yo creo que la fe es la que hace que el milagro llegue.
Una vez, dicen que al venir una peregrinación de la ciudad de Puebla, al irse acercando al lugar, todos se bajaron para llegar en peregrinación caminando y que se les apareció una joven muy hermosa que los acompañaba al frente.
Al ir llegando al poblado de la “ Nueva Jerusalem”, en la joven fue apareciendo la indumentaria de la Virgen del Rosario, junto con su manto protector.
Esta aparición fue constatada por los 18 autobuses que esa ocasión vinieron para celebrar el aniversario de la aparición de la virgen en aquel lugar inhóspito para despertar la fe en pleno siglo veinte.
Cuando estábamos todos listos, enfilamos rumbo a un lugar llamado “ El cerro del Tizate”. Nos fuimos caminando, recuerdo que iba mucha gente para el mismo lugar ya que como mamá nos contó se rumoraba que ese día del mes de octubre se aparecería la virgen del Rosario en una parte del cerro antes citado, que esto lo había escuchado en una misa oficiada por el Señor Cura Nabor Cárdenas, párroco de la Iglesia de Puruaran, Michoacán.
Acudió gente de muchas partes a presenciar este incidente tan lleno de misterio y misticismo. Recuerdo que muchos se arremolinaban y nos aventaban. Por tal motivo quedé cerca de donde ocurrió el acontecimiento que cambió la vida de muchas personas que hoy habitan ese lugar tan misterioso.
No sé si fue mi fe o mi ingenuidad pero yo recuerdo la aparición en un manto que tenía en sus manos una señora de nombre Magdalena Rodríguez que vive cerca de mi casa y que es muy católica.
Cierto es que en un lugar desierto, sin agua, se apareció la virgen y de las profundidades brotó un agua tan cristalina como el alma de nuestro padre, Dios.
Se dice que este líquido cura de distintas enfermedades desde ceguera hasta diabetes y otros y es que yo creo que la fe es la que hace que el milagro llegue.
Una vez, dicen que al venir una peregrinación de la ciudad de Puebla, al irse acercando al lugar, todos se bajaron para llegar en peregrinación caminando y que se les apareció una joven muy hermosa que los acompañaba al frente.
Al ir llegando al poblado de la “ Nueva Jerusalem”, en la joven fue apareciendo la indumentaria de la Virgen del Rosario, junto con su manto protector.
Esta aparición fue constatada por los 18 autobuses que esa ocasión vinieron para celebrar el aniversario de la aparición de la virgen en aquel lugar inhóspito para despertar la fe en pleno siglo veinte.
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