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Batan Grande fue el centro religioso, administrativo y económico de la cultura lambayeque, en el periodo denominado Sicán Medio (aproximadamente de 900 a 1100 d. C.). Desde ahí la élite controlaba la producción de objetos de metal y coordinaba el intercambio de objetos de alto prestigio conseguidos desde varios puntos del continente sudamericano. Además, fue el sitio de entierro de los miembros de la elite. No se trataba de una ciudad en el sentido occidental del término, pues allí vivían pocas personas. Los artesanos y campesinos habrían residido en lugares aledaños.
Batán Grande fue posiblemente el mayor centro productivo de orfebrería del Antiguo Perú. Tan así, que se calcula que casi el 90% de los objetos de oro del Perú prehispánico que guardan actualmente las colecciones públicas y privadas provienen del área de Lambayeque y en modo especial de Batán Grande. Un distintivo del arte lambayeque es la recurrente presencia de una deidad alada, a la que se ha identificado con el mítico Naylamp, mencionado en una de las crónicas del español Miguel Cabello Valboa (1586).
Por los indicios arqueológicos, se sabe que entre 1050 y 1100 d. C. Batán Grande fue incendiada, pero sólo sus construcciones principales. Al parecer, esto se produjo después de un largo periodo de sequía de 30 años, lo cual debilitó el poder de los señores o reyes-sacerdotes, poder que se basaba primordialmente en su capacidad de garantizar la producción agrícola. Al fracasar este poder, la gente debió alzarse contra la élite, destruyendo los templos y palacios, y emigrando a otros lugares. Una nueva capital se alzó en Túcume.