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El comunismo o el socialismo se basa en la siguiente expresión: "De cada cual según sus posibilidades. A cada cual según sus necesidades".
Es decir, cada persona debe aportar a la comunidad lo que sea acorde a sus posibilidades, y cada persona recibirá de la comunidad según sus necesidades. Esto, visto así, puede parecer lo más justo.
Pero según esta declaración, no importa lo que una persona aporte a la comunidad, ya que lo que esta persona recibirá será independiente de lo que aporte. Por otra parte, las necesidades de cada persona son algo subjetivo y, además, no tiene límite. Es decir, las necesidades de las personas siempre tienen a aumentar: cuando se sacian las necesidades básicas (alimentación, hogar, etc.) surge la necesidad de saciar otras necesidades secundarias (sanidad, educación, etc.), luego existe otro escalón (confort, ocio, complementos en la ropa, etc.).
Por otra parte, las capacidades de cada individuo en gran medida no están relacionadas sólo con su condición física, sino que también están relacionadas con sus incentivos para mejorar. La capacidad de trabajar tiene mucho que ver con las "ganas" de trabajar que uno tenga. Una persona tendrá más ganas de trabajar si piensa que con ello su situación va a mejorar. Una persona "sin ganas" de trabajar será percibida como una persona con menos capacidades de aportar a la comunidad.
Por otra parte, las personas idean inventos y mejoras tecnológicas cuando piensan en cómo pueden mejorar su vida. Cuando las condiciones de vida de una persona están desvinculadas de sus aportaciones, se pierden incentivos también para inventar. Por lo tanto, las capacidades disminuyen.
En resumen, con la declaración principal de intenciones del comunismo se consigue que las capacidades de los individuos disminuyan (por falta de incentivo) y sus necesidades aumenten, por lo que es imposible que se pueda cumplir para el conjunto de la población.
Además, el socialismo (comunismo) confía en que exista un ser super-inteligente, superdotado (y por supuesto, incorruptible), que sea capaz de dirigir las vidas de todos los ciudadanos para que la comunidad pueda prosperar. Ese ser (o organismo) superior, o planificador central, debe ser capaz de saber qué trabajo debe asignar a cada uno de los individuos, y cómo debe repartir el fruto de ese trabajo entre todos los individuos.
Viviendo en un comunismo real, alguien decidirá cuál es el trabajo que deberás realizar para la comunidad, y decidirá qué es lo que vas a recibir. Es imposible que el planificador central sepa cuáles son los trabajos productivos que debe realizar el país en cada momento, ya que eso sólo lo descubre la actividad empresarial de la población cuando detecta cuáles son las necesidades y deseos de los individuos y qué es lo mejor que les puede ofrecer a cambio para satisfacerlas.
En un país comunista real no existe la propiedad privada, sino que todos los bienes y todo lo que se produce pasa a pertenecer automáticamente a la comunidad. De este modo, uno no es libre de intercambiar lo que ha producido con otra persona a cambio de algo que satisfaga sus necesidades (normalmente dinero para comprar algo).
El comunismo necesita limitar la libertad de las personas, para asegurar que todo lo que producen pertenezca a la comunidad. Si hubiera libertad, una persona dispuesta a trabajar mucho, desearía intercambiar los productos de más que ha producido a cambio de la cantidad de dinero que estime oportuna, y que otra persona estuviera dispuesta a pagarle porque valora ese producto. Además, esa persona idearía la manera de poder producir más (inventaría algo) para poder obtener más a cambio y mejorar su situación.
En resumen, el comunismo es incompatible con la libertad. Es necesario que un planificador central diga qué debes producir, y decida qué vas a recibir. El fruto de tu trabajo pertenece al estado, por lo que no tienes libertad para intercambiarlo con otros individuos (los cuales tampoco tienen nada que ofrecerte a cambio porque lo que ellos producen tampoco les pertenece).
Es decir, cada persona debe aportar a la comunidad lo que sea acorde a sus posibilidades, y cada persona recibirá de la comunidad según sus necesidades. Esto, visto así, puede parecer lo más justo.
Pero según esta declaración, no importa lo que una persona aporte a la comunidad, ya que lo que esta persona recibirá será independiente de lo que aporte. Por otra parte, las necesidades de cada persona son algo subjetivo y, además, no tiene límite. Es decir, las necesidades de las personas siempre tienen a aumentar: cuando se sacian las necesidades básicas (alimentación, hogar, etc.) surge la necesidad de saciar otras necesidades secundarias (sanidad, educación, etc.), luego existe otro escalón (confort, ocio, complementos en la ropa, etc.).
Por otra parte, las capacidades de cada individuo en gran medida no están relacionadas sólo con su condición física, sino que también están relacionadas con sus incentivos para mejorar. La capacidad de trabajar tiene mucho que ver con las "ganas" de trabajar que uno tenga. Una persona tendrá más ganas de trabajar si piensa que con ello su situación va a mejorar. Una persona "sin ganas" de trabajar será percibida como una persona con menos capacidades de aportar a la comunidad.
Por otra parte, las personas idean inventos y mejoras tecnológicas cuando piensan en cómo pueden mejorar su vida. Cuando las condiciones de vida de una persona están desvinculadas de sus aportaciones, se pierden incentivos también para inventar. Por lo tanto, las capacidades disminuyen.
En resumen, con la declaración principal de intenciones del comunismo se consigue que las capacidades de los individuos disminuyan (por falta de incentivo) y sus necesidades aumenten, por lo que es imposible que se pueda cumplir para el conjunto de la población.
Además, el socialismo (comunismo) confía en que exista un ser super-inteligente, superdotado (y por supuesto, incorruptible), que sea capaz de dirigir las vidas de todos los ciudadanos para que la comunidad pueda prosperar. Ese ser (o organismo) superior, o planificador central, debe ser capaz de saber qué trabajo debe asignar a cada uno de los individuos, y cómo debe repartir el fruto de ese trabajo entre todos los individuos.
Viviendo en un comunismo real, alguien decidirá cuál es el trabajo que deberás realizar para la comunidad, y decidirá qué es lo que vas a recibir. Es imposible que el planificador central sepa cuáles son los trabajos productivos que debe realizar el país en cada momento, ya que eso sólo lo descubre la actividad empresarial de la población cuando detecta cuáles son las necesidades y deseos de los individuos y qué es lo mejor que les puede ofrecer a cambio para satisfacerlas.
En un país comunista real no existe la propiedad privada, sino que todos los bienes y todo lo que se produce pasa a pertenecer automáticamente a la comunidad. De este modo, uno no es libre de intercambiar lo que ha producido con otra persona a cambio de algo que satisfaga sus necesidades (normalmente dinero para comprar algo).
El comunismo necesita limitar la libertad de las personas, para asegurar que todo lo que producen pertenezca a la comunidad. Si hubiera libertad, una persona dispuesta a trabajar mucho, desearía intercambiar los productos de más que ha producido a cambio de la cantidad de dinero que estime oportuna, y que otra persona estuviera dispuesta a pagarle porque valora ese producto. Además, esa persona idearía la manera de poder producir más (inventaría algo) para poder obtener más a cambio y mejorar su situación.
En resumen, el comunismo es incompatible con la libertad. Es necesario que un planificador central diga qué debes producir, y decida qué vas a recibir. El fruto de tu trabajo pertenece al estado, por lo que no tienes libertad para intercambiarlo con otros individuos (los cuales tampoco tienen nada que ofrecerte a cambio porque lo que ellos producen tampoco les pertenece).
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