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AGUSTINOS, FRANCISCANOS Y DOMINICOS.-
La creación de estas órdenes en la Edad Media obedeció a la política de la Iglesia para restaurar la sociedad cristiana, que se veía amenazada por el afán de lucro, lo que iba en detrimento de los pobres. Era preciso volver al ideal de la pobreza evangélica, ya que el monje ideal de la Baja Edad Media debía de llevar a cabo dos fines: la predicación evangélica y la práctica de la pobreza, lo que sería asumidos por las órdenes mendicantes fundadas para ello: franciscanos y dominicos. Pero pronto se abandonará ese ideal de pobreza, porque resultó ser insostenible: la tarea de predicación exigía una preparación intelectual, y para ello se precisaba por una parte que los conventos estuvieran cerca de los centros de estudio, u por otra eran precisos medios materiales para que la preparación fuera eficaz. Se va a perder el ideal de la pobreza evangélica, ya que el dinero es necesario y no todo se conseguía con donaciones.
Fundamentalmente, los conventos franciscanos, más que lugares de residencia, eran centros de organización de campañas misionales, de ahí que surgían en un principio cerca de las poblaciones y sean de proporciones modestas. También los dominicos tendrán en un principio iglesias humildes. Y es que el convento tuvo ante todo una función misional: fue un centro de campañas evangelizadoras, por lo tanto, lo común es que tales construcciones albergaran a pocos frailes, a veces uno o dos. Sin embargo fue tanta la atracción que ejercieron las órdenes mendicantes sobre la sociedad de su tiempo que se ganaron la enemistad de otra parte de la Iglesia, y sus servicios ya no fueron solicitados, por lo que se vieron en la necesidad de construir sus propios templos para recibir a las multitudes que deseaban escucharles.