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La obra se inicia cuando Bartolo se encuentra en el bosque cortando la leña.
Cansado de darle a un tronco que no se parte, se sienta a descansar y a fumar un cigarrillo. A los pocos minutos aparece Martina, su mujer, quien comienza a llamarle la atención airadamente.
Holgazán, borracho, poltrón, haragán y otros epítetos similares son recibidos con paciencia por parte de Bartolo, quien manifiesta a su mujer que ha hecho un alto en su labor porque está muy agotado.
Hasta “hombre sinvergüenza” llama Martina a su marido. Este, ya un poco ofuscado le encara el hecho de que ella debe sentirse afortunada por tener un marido como él; un leñador experto, con experiencia en medicina, ya que sirvió de ayudante a un médico latino durante seis años.
Martina prosigue hostigando a su marido, quien exasperado, coge un palo y le da una golpiza. Después Bartolo arrepentido, quiere amistar con su mujer. La abraza y la llena de arrumacos, pero la Martina quiere vengarse.Bartolo toma su hacha y unas alforjas y se va por el monte. De regreso a su casa, Martina se encuentra con Ginés y Lucas, hombres al servicio de don Jerónimo.
Estos le manifiestan que la hija de este, se encuentra enferma, que ha perdido el habla, y que su amo les ha enviado a buscar un médico, ya que los que han visto con anterioridad no han podido curarla.
A Martina se le ocurre una forma de vengarse de su marido. Dice a Lucas y a Ginés que en el monte hay un hombre extravagante y lunático, que se viste como un patán y que hace empeño en parecer ignorante y rustico, no queriendo manifestar el talento maravilloso que Dios le ha dado.
Les dice que Bartolo es un eminente medico; pero que no confesara su capacidad a menos que no le muelan el cuerpo a palos. Bien informados, Lucas y Ginés parten en busca de Bartolo.
Andrea allegada a don Jerónimo, manifiesta a este que su hija doña Paulita no tiene necesidad de un medico sino de un marido, y que es menester mandar llamar a Leandro, para que se case con ella. Don Jerónimo se niega rotundamente a esta unión alegando que el mencionado novio es un muerto de hambre.
Bartolo hace gala de ser un sabiondo, hablando cosas incoherentes. Cuando se pone a enamorar a Andrea, la mujer de Lucas, este trata de apalearlo pero Bartolo logra calmarlo.
Ya frente a la enferma, las incoherencias sobre la medicina por parte de Bartolo, cobran exageraciones abismales, como cuando afirma que el corazón se encuentra a la derecha, que el tímpano comunica al metacarpo los jugos gástricos y que el hígado está a la izquierda.
Cuando don Jerónimo, cuya ignorancia no era tan notoria como la de todos que están presentes, le interroga sobre lo que ha dicho sobre el corazón y el hígado, Bartolo se ofende, le llama ignorante, y le dice que ya la medicina ha cambiado de lugar dichos órganos.
Arreglado el impase y después de aceptar las disculpas de don Jerónimo, Bartolo, receta que le den a Paulita sopa de vino cada media hora, ya que como vino empapado en pan hace hablar a los loros, con las indicaciones que él ha dado para la enferma, está en poco tiempo hablara más que siete papagayos. Cuando Bartolo queda solo se aparece Leandro quien le dice que está enamorado de Paulita.
Bartolo se ofende porque cree que el muchacho lo ha tomado por alcahuete. Bartolo se calma, cuando Leandro le dice que la muchacha no está enferma, y que finge estarlo, porque su padre no quería casarla, por no soltar la dote.
Bartolo le dice que se quede por las inmediaciones, que se haga pasar por boticario, y que él lo casara con Paulita, Bartolo no deja en su intento de enamorar a Andrea, pero una vez más es sorprendido por Lucas, quien le da un ultimátum; solo así, Bartolo desiste en sus intenciones.
Bartolo manda llamar a Leandro, quien se hace pasar por un tal Casimiro, para que ausculte a la enferma. Paulita habla para manifestar que ama a Leandro y que quiere casarse con el cueste lo que cueste.
Por otro lado don Jerónimo se mantiene en la negativa de dar su consentimiento. Bartolo propone que la enferma salga a dar un paseo por los jardines, y solicita a Casimiro (Leandro) que la acompañe.
A los pocos minutos aparece Lucas e informa a don Jerónimo que el tal Casimiro no es más que el bribón de Leandro, y que con una pistola los amenazo a él y a Ginés y que se llevó secuestrada a Paulita. Bartolo es descubierto y acusado por don Jerónimo de alcahuete.
Salen en busca de Paulita, pero antes don Jerónimo ordena a Lucas atar a Bartolo en una silla para que no escape, porque después saldrá cuentas con él. Martina aparece y ve a Bartolo atado; este lo informa que lo van a ahorcar. Martina llora desconsolada y arrepentida abraza a su marido.
Leandro y Paulito se presentan ante don Jerónimo, y cuando el pretendiente le informa que no le interesa la dote, ya que él es el heredero de su tío, don Jerónimo accede a la boda y perdona también a Bartolo cuando descubre que éste no es médico.
Cansado de darle a un tronco que no se parte, se sienta a descansar y a fumar un cigarrillo. A los pocos minutos aparece Martina, su mujer, quien comienza a llamarle la atención airadamente.
Holgazán, borracho, poltrón, haragán y otros epítetos similares son recibidos con paciencia por parte de Bartolo, quien manifiesta a su mujer que ha hecho un alto en su labor porque está muy agotado.
Hasta “hombre sinvergüenza” llama Martina a su marido. Este, ya un poco ofuscado le encara el hecho de que ella debe sentirse afortunada por tener un marido como él; un leñador experto, con experiencia en medicina, ya que sirvió de ayudante a un médico latino durante seis años.
Martina prosigue hostigando a su marido, quien exasperado, coge un palo y le da una golpiza. Después Bartolo arrepentido, quiere amistar con su mujer. La abraza y la llena de arrumacos, pero la Martina quiere vengarse.Bartolo toma su hacha y unas alforjas y se va por el monte. De regreso a su casa, Martina se encuentra con Ginés y Lucas, hombres al servicio de don Jerónimo.
Estos le manifiestan que la hija de este, se encuentra enferma, que ha perdido el habla, y que su amo les ha enviado a buscar un médico, ya que los que han visto con anterioridad no han podido curarla.
A Martina se le ocurre una forma de vengarse de su marido. Dice a Lucas y a Ginés que en el monte hay un hombre extravagante y lunático, que se viste como un patán y que hace empeño en parecer ignorante y rustico, no queriendo manifestar el talento maravilloso que Dios le ha dado.
Les dice que Bartolo es un eminente medico; pero que no confesara su capacidad a menos que no le muelan el cuerpo a palos. Bien informados, Lucas y Ginés parten en busca de Bartolo.
Andrea allegada a don Jerónimo, manifiesta a este que su hija doña Paulita no tiene necesidad de un medico sino de un marido, y que es menester mandar llamar a Leandro, para que se case con ella. Don Jerónimo se niega rotundamente a esta unión alegando que el mencionado novio es un muerto de hambre.
Bartolo hace gala de ser un sabiondo, hablando cosas incoherentes. Cuando se pone a enamorar a Andrea, la mujer de Lucas, este trata de apalearlo pero Bartolo logra calmarlo.
Ya frente a la enferma, las incoherencias sobre la medicina por parte de Bartolo, cobran exageraciones abismales, como cuando afirma que el corazón se encuentra a la derecha, que el tímpano comunica al metacarpo los jugos gástricos y que el hígado está a la izquierda.
Cuando don Jerónimo, cuya ignorancia no era tan notoria como la de todos que están presentes, le interroga sobre lo que ha dicho sobre el corazón y el hígado, Bartolo se ofende, le llama ignorante, y le dice que ya la medicina ha cambiado de lugar dichos órganos.
Arreglado el impase y después de aceptar las disculpas de don Jerónimo, Bartolo, receta que le den a Paulita sopa de vino cada media hora, ya que como vino empapado en pan hace hablar a los loros, con las indicaciones que él ha dado para la enferma, está en poco tiempo hablara más que siete papagayos. Cuando Bartolo queda solo se aparece Leandro quien le dice que está enamorado de Paulita.
Bartolo se ofende porque cree que el muchacho lo ha tomado por alcahuete. Bartolo se calma, cuando Leandro le dice que la muchacha no está enferma, y que finge estarlo, porque su padre no quería casarla, por no soltar la dote.
Bartolo le dice que se quede por las inmediaciones, que se haga pasar por boticario, y que él lo casara con Paulita, Bartolo no deja en su intento de enamorar a Andrea, pero una vez más es sorprendido por Lucas, quien le da un ultimátum; solo así, Bartolo desiste en sus intenciones.
Bartolo manda llamar a Leandro, quien se hace pasar por un tal Casimiro, para que ausculte a la enferma. Paulita habla para manifestar que ama a Leandro y que quiere casarse con el cueste lo que cueste.
Por otro lado don Jerónimo se mantiene en la negativa de dar su consentimiento. Bartolo propone que la enferma salga a dar un paseo por los jardines, y solicita a Casimiro (Leandro) que la acompañe.
A los pocos minutos aparece Lucas e informa a don Jerónimo que el tal Casimiro no es más que el bribón de Leandro, y que con una pistola los amenazo a él y a Ginés y que se llevó secuestrada a Paulita. Bartolo es descubierto y acusado por don Jerónimo de alcahuete.
Salen en busca de Paulita, pero antes don Jerónimo ordena a Lucas atar a Bartolo en una silla para que no escape, porque después saldrá cuentas con él. Martina aparece y ve a Bartolo atado; este lo informa que lo van a ahorcar. Martina llora desconsolada y arrepentida abraza a su marido.
Leandro y Paulito se presentan ante don Jerónimo, y cuando el pretendiente le informa que no le interesa la dote, ya que él es el heredero de su tío, don Jerónimo accede a la boda y perdona también a Bartolo cuando descubre que éste no es médico.
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