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Los alemanes estudian la I Guerra Mundial por primera vez en la octava y la novena clases, cuando tienen 13 o 14 años. Según Carlos Kölbl, psicólogo de la universidad en Bayreuth dedicado a investigar la conciencia histórica de los jóvenes, explica que suele dedicarse más tiempo a la Segunda Guerra Mundial, «que no cabe duda que inició Alemania al atacar a Polonia el 1 de septiembre de 1939. En cambio, en la Primera Guerra Mundial no se puede indicar con certeza al culpable y esa idea queda en los alumnos».
Existen teorías que subrayan que Alemania no fue la única culpable de que estallara la I Guerra Mundial. Una de estas teorías se puede encontrar en el libro 'Sonámbulos' del historiador australiano Christopher Clark. No es fácil incorporar este tema en las clases de historia, opina Ulrich Bongertmann, autor de libros de texto y director de la Asociación de Profesores de Historia. «El asunto de la culpabilidad colectiva es tan complejo, que no se puede desarrollar en una hora de clase de 45 minutos» señala, y apunta que los profesores se encuentran con dificultades añadidas debido a que hay temas delicados que no se pueden tratar de manera superficial, como los crímenes de guerra cometidos por el Imperio Otomano contra los armenios, ya que para muchos estudiantes provenientes de Turquía, por ejemplo, son un tabú.
Libro de texto alemán | Rosalía Sánchez
El caso es que el interés por la Primera Guerra Mundial es considerable entre los jóvenes alemanes. Según una encuesta, el 77% de los menores de treinta años se interesa por el tema, aunque esté parcialmente abandonado en las aulas de clase. Este interés ha impulsado un amplio programa de actos conmemorativos, especialmente allí donde más sangrientos y duros fueron los combates entre 1914 y 1918.
En agosto, el presidente francés Francois Hollande se reúne en Alsacia con el presidente federal alemán Joachim Gauck en los antiguos campos de batalla para sellar una renovada amistad y la voluntad de ambos países de que una guerra como aquella jamás vuelva a tener lugar. Pero la conmemoración del estallido del conflicto tendrá sobre todo una dimensión intelectual que se deja ya entrever en los numerosos títulos que asoman a los escaparates de las librerías, con importantes revisiones historiográficas, y que se materializa en la exposición del El Museo de la Historia de Berlín, en la que trata de presentar el acontecimiento histórico en una perspectiva mundial. La muestra pone de manifiesto que la experiencia de la violencia, tal y como fue vivida en Europa durante la Primera Guerra Mundial, no solo cambió las guerras posteriores, sino también el pensamiento político del siglo XX.
Los alemanes, además, están aprovechando la ocasión para desempolvar reliquias familiares, como las fotos de los abuelos antes de salir hacia el frente o viejos fajos de cartas que están adquiriendo precios récord en las subastas de antigüedades. La Gran Guerra se ha puesto de moda entre los coleccionistas y ha devuelto a la actualidad planteamientos políticos que combaten el euroescepticismo con un renovado espíritu pacifista. «El origen de la catástrofe que se abatió sobre Europa y el mundo puso de relieve el fracaso de la diplomacia», ha advertido la canciller alemana, Angela Merkel, «de forma que costó décadas superar la división en Alemania y Europa, por lo que no podemos permitirnos de nuevo dejar que surjan amenazas a la paz entre nuestros vecinos».