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Esta es la historia de un sombrero mágico, o mejor debería decir, es la historia de un padre y un hijo.
Jaime había nacido en un hogar muy pobre. Sus padres eran campesinos y por más que trabajaban día y noche sin descanso, a veces no podían dar a sus hijos lo mínimo indispensable.
Desde pequeño, Jaime quería ser músico y tocar el violín. Soñaba con tocar en grandes orquestas y ser famoso.
Este sueño parecía imposible de alcanzar, pero Jaime no se daba por vencido. Todos los días caminaba dos horas hasta el pueblo para ver a Don Mario, un anciano coleccionista de antigüedades que le prestaba su viejo violín para que aprendiese a tocarlo.
No había lluvia, frío o calor que detuviese al joven y sus ganas de practicar el violín. Todas las tardes –puntualmente- se presentaba en el negocio de Don Mario a recibir feliz las clases que éste le daba.