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Aunque te parezca que no hay diferencia entre ambos conceptos o categorías, un habitante se convierte para la ley, en ciudadano, recién a los 16 años, edad modificada recientemente por decreto.
Un habitante y un ciudadano son cosas diferentes. Se denominan habitantes a todas las personas que habitan la superficie de un país. No todos son iguales. Algunos son nativos, es decir que nacieron dentro de un país. Otros, en cambio, nacieron en otros países y por lo tanto son extranjeros. Por el solo hecho de vivir dentro de sus fronteras, los habitantes tienen derechos: a trabajar, a permanecer, entrar o salir del territorio, a enseñar y aprender, a publicar sus ideas, etc.
Al cumplir los 16 años de edad, los habitantes nativos pasan además a ser ciudadanos. Un ciudadano está unido jurídica y políticamente al Estado. Los niños no dejan sólo de ser habitantes hasta que no alcanzan la mayoría de edad. La ciudadanía les agrega a las personas nuevos derechos pero también obligaciones: defender a su patria y a su Constitución. Tienen derecho a elegir a sus representantes mediante el sufragio y también a ser elegidos. Un ciudadano argentino tiene también el derecho de irse a vivir a otro país y cambiar su ciudadanía. Del mismo modo, un extranjero que cumpla los requisitos que establece la ley puede pedir la ciudadanía argentina.