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Es preciso reconocer de manera preliminar, que las políticas educativas en la contemporaneidad se han constituido en un asunto estratégico, en una cuestión de poder, de fortalecimiento del capital en la sociedad, que se relacionan con la intención del Estado por controlar los procesos educativos. Las políticas educativas hoy viven una fuerte tensión entre el reconocimiento de la educación como derecho y el enfoque que las acentúa en el concepto de capital humano, "las políticas educativas que se formulan rara vez mencionan como objetivo fundamental garantizar el pleno ejercicio del derecho a la educación...en su lugar, aparece como objetivo supremo el fortalecimiento del capital humano" (MURCIA, 2007). Se argumenta que en vez de ser formuladas para promover el ejercicio del derecho a la educación se concentran en la definición de planes y proyectos cuya intención es la de satisfacción de las necesidades básicas de aprendizaje para que los sujetos adquieran las capacidades que les permitan un competente desempeño laboral y social.
Sin embargo, desde el ámbito de la Escuela, es necesario resaltar que independientemente de estas dos intenciones en conflicto descritas anteriormente, las políticas educativas son un mecanismo que le permite al Estado controlar y regular el acontecer escolar, y demostrar su interés por la educación, contrario a lo que usualmente se piensa que al Estado poco le importa la educación. Es a través de ellas que el Estado configura y materializa en la escuela sus intenciones, deseos, objetivos, pero ante todo, los del capital, ya que sus acciones políticas traducidas en poder; son una relación de fuerza que genera poder. Cabría cuestionar ¿entonces sí reconocer la educación como derecho es cuestión de hegemonía o de distracción?
De otra parte, es preciso reconocer que las políticas educativas no deben ser reflexionadas por su consistencia, pues la política educativa es un discurso que incursiona en la escuela pero que no necesariamente es coherente con la práctica en la escuela; la educación como derecho es un discurso que incursiona en el contexto mundial, sin embargo, necesariamente esto tiene que verse reflejado en la escuela; las políticas educativas son una de las maneras de ver la escuela, de visibilizar sus intereses en disputa, las fuerzas que confluyen allí para constituirla. Por consiguiente, el Estado comprende que es por medio de ellas que es posible alcanzar sus objetivos, ¿pero desde donde se plantean estos objetivos?;
No obstante, participar del debate sobre las políticas educativas es una invitación a develar las fuerzas en disputa, los intereses en conflicto, los enunciados expresados, las verdades que se defienden y las que se incitan a desaparecer, así mismo, es una invitación a reflexionar sobre el escenario donde estas comienzan a ser aplicadas -la escuela -, desde sus características (urbana, rural entre otras) hasta sus actores (teniendo en cuenta sus costumbres, creencias, acervos culturales, imaginarios entre otros), y como esto redundará dentro del sistema educativo y las sociedades, para lo cual la regulación aparece - a partir de discursos políticos presentados en una época o momento lo cual determina una lucha o disputa -como forma de poder -, donde la búsqueda de la hegemonía parecer ser el ideal de toda tendencia política, y más dentro del proceso educativo.