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Respuesta dada por:
8
En las últimas décadas se ha producido un aumento
espectacular de los desastres naturales
(pero también de los antrópicos), tanto
en su frecuencia como en su intensidad,
como consecuencia, en su mayor parte, del actual
proceso de cambio climático. Este crecimiento ha
suscitado la preocupación de la comunidad internacional,
no sólo desde una perspectiva humanitaria sino
también desde el punto de vista del impacto económico
que su ocurrencia supone o puede llegar a suponer.
En los países desarrollados las catástrofes se cobran
cada año numerosas vidas humanas y producen considerables
daños principalmente por dos motivos: el crecimiento
de la población y el mayor número de valores
asegurados. En este sentido, son destacables los esfuerzos
realizados para mejorar la comprensión de las causas y
efectos de tales eventos extremos, que han motivado por
ejemplo la elaboración de mapas de riesgos, normas de
construcción y planes de emergencia, pero en contrapartida
hay que mencionar que muchas construcciones e
infraestructuras, por ejemplo, son cada vez más sensibles
a los daños y tienen menor estabilidad. En los países en vías de desarrollo, la ocurrencia
de grandes desastres provoca, además, una ralentización,
o incluso anulación, de su crecimiento económico
real ya que el gasto destinado a la rehabilitación y reconstrucción
de las zonas afectadas se sacrifica por proyectos
propios de desarrollo a medio y largo plazo,
afectando de esa forma a la inversión destinada a mejorar
las condiciones sociales en general.Así por ejemplo,
la destrucción de infraestructuras en algunos países
(carreteras, ferrocarriles, redes eléctricas o de
abastecimiento de agua, etc.), ya de por sí deficientes,
requiere utilizar recursos que podrían invertirse en actividades
productivas, lo que paraliza el progreso de la
actividad económica y, más importante, destruye el empleo
de los sectores productivos formalizados pero
también de aquellos sectores que basan su producción
en esquemas informales o incluso ilegales de producción.
El problema descrito resulta aún más grave en determinadas
zonas geográficas donde, junto a los grandes
desastres, se producen con mucha frecuencia otro
tipo de eventos de pequeña y mediana cuantía, que
destruyen los principales medios de subsistencia de la
población afectada (cultivos de autoconsumo,muerte
de animales, destrucción de viviendas, interrupción de
las actividades productivas, pérdida de fuentes de empleo,
etc.). Es en estos casos en los que se ocasiona un
mayor freno al desarrollo normal de las actividades, eliminando
completamente cualquier posibilidad de mejora,
al destinar los escasos recursos existentes a la reposición
de los medios de vida destruidos.
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