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En otras palabras, el desarrollo del sistema financiero puede influir en el crecimiento económico: a) aumentado la tasa de ahorro de los hogares y empresas; b) aumentado la productividad marginal del acervo de capital; o c) conduciendo a un incremento de la proporción del ahorro asignada a la inversión[3]En particular en el sistema, la intermediación financiera aumenta la productividad media del capital ( y por ende el crecimiento económico) en dos formas: al recolectar, procesar y evaluar la información relevante sobre los proyectos de inversión alternativos; y b) al inducir a los empresarios, a través de su función de compartir riesgo, a invertir en tecnología más riesgosas pero más productivas.
En la misma línea, es importante destacar que el desarrollo financiero tiende a modificar la estructura de las tasas de interés tanto para el prestatario, como para el prestamista, alterando por tanto el comportamiento de ahorro en la economía. En otras palabras, el efecto positivo sobre la productividad del capital y la eficiencia de la inversión son las características más importantes que a través del sistema financiero promueven el crecimiento de la economía. Por otra parte, en términos de Jappelli y Pagano (1994) el desarrollo de mercados financieros ofrece a las familias la posibilidad de diversificar sus carteras e incrementar sus opciones de préstamos, afectando de esta manera la proporción de agentes sujetos a restricciones de liquidez, y por ende pudiendo influir en la tasa de ahorro.
Sin embargo, el desarrollo del sistema financiero en última instancia está determinado por las reglas de juego que le gobierno imponga, es decir, el nivel de desarrollo y crecimiento del mismo depende de la existencia o no de políticas de represión financiera que puede llevar a cado el gobierno. Las políticas de represión financiera tienen el fin de financiar el gasto productivo del gobierno a través de dos formas: a) imponiendo grandes requerimientos de reservas y liquidez a los bancos, las cuales crean una demanda cautiva de sus propios instrumentos que pagan y que no pagan intereses, respectivamente, y que por tanto, puede financiar su propio gasto de alta prioridad emitiendo deuda desde el sector público; y b) manteniendo bajas las tasas de interés mediante la imposición de topes a las tasas de interés de los préstamos, creando una demanda excesiva de crédito, para luego requerir que el sistema bancario destine una fracción fija del crédito disponible para los sectores prioritarios. El conflicto surge en la redistribución del ingreso, cuando como consecuencia de la represión el sistema financiero transfiere recursos de los ahorradores a prestatarios excluidos o favorecidos que no siempre tienen la capacidad de potenciar el crecimiento de la economía[4]
Como ente regulador, el gobierno decide cuánto desarrollo le permite al sistema financiero, y por tanto, influye fuertemente en las decisiones de tenencia de liquidez de los agentes, dado que el sector público solo cuenta con dos fuentes de financiamiento de sus gastos: los impuestos directos sobres las rentas del capital y el señoreaje. En este contexto, el gobierno sólo estará dispuesto a permitir un desarrollo del sistema financiero, siempre y cuando este le permita reducir su capacidad de financiamiento a través de un impuesto inflacionario. Es decir, siempre que dicho desarrollo se traduzca en una mayor acumulación de capital y/o una mejora en su tasa de retorno, de tal forma que recupere su financiamiento por medio del impuesto a la renta[5]Este desarrollo implica que bajo la perspectiva de los agentes económicos, suavicen su consumo intertemporalmente de tal manera que el desarrollo financiero se traduzca en una menor necesidad de saldos reales (circulante) y por el contrario el aumente de la tasa de ahorro permitiendo una mayor acumulación de capital (con menor riesgo) y crecimiento a largo plazo. Así mismo, dado el aumento de la productividad del capital, el desarrollo financiero induce a una mayor tasa de interés real, que eleva la rentabilidad del capital en términos de consumo futuro e induce un mayor crecimiento del producto percápita. En este punto, es necesario destacar que en ausencia del sistema o de intermediarios financieros, el sector privado se vería obligado a autofinancia