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Definida la frecuencia cardíaca máxima, pasamos a estudiar otra variable de fácil utilización que nos permitirá calcular la frecuencia cardíaca de reserva, muy importante de cara a la organización de la intensidad del entrenamiento basándonos en la frecuencia cardiaca. No debemos confundir la frecuencia cardiaca en reposo de la frecuencia cardiaca basal. Consideramos esta última como la mínima cantidad de pulsaciones por minuto que puede tener una persona para mantener sus constantes vitales. Su registro se realiza en la fase profunda de sueño, por lo que es necesario utilizar un pulsómetro con memoria o la utilización de un monitor holter para su medición.
Por frecuencia cardiaca en reposo, entendemos el mínimo pulso que tiene una persona en estado consciente y despierto. La fatiga, la digestión, la temperatura o la altitud afectarán a esta frecuencia cardiaca. El stress y la respuesta anticipatoria del corazón previa al ejercicio, que conlleva una disminución del tono vagal, también afecta a la frecuencia cardiaca, por lo que para determinar correctamente la F.C. Reposo es necesario medirla justo tras despertarse, o tras 10 mn. tendido en reposo, ayunas y sin haber realizado ejercicio intenso anteriormente. Este pulso en reposo es sensible a la fatiga previa o la recuperación, por lo que para obtener un valor real, es conveniente no realizar entrenamientos de alta carga el día previo, y tomar la media de valores registrados durante tres días. Los valores medios para una persona activa y sana rondan los 60-70 pulsaciones por minuto, encontrándose valores en torno a 30 y 40 latidos por minuto en deportistas de resistencia (Wilmore et al., 2007).
Para su medición podemos utilizar distintos protocolos, que van desde la utilización de pulsómetros, que será el método más exacto y fiable, hasta la palpación manual, pasando por la auscultación, para lo que sería necesario un fonendoscopio. La palpación representa en muchas ocasiones el método más sencillo y accesible; pasa por colocar nuestros dedos en determinadas zonas del cuerpo donde podemos “notar” las contracciones del corazón. Para ello presionaremos la arteria correspondiente suavemente con los dedos índice y corazón en la zona determinada. Para el pulso radial, colocaremos los dedos a la altura del reverso de la muñeca, por debajo del pulgar (Figura 1), lugar por donde pasa la arteria radial. El pulso caroteideo lo obtendremos palpando la arteria carótida que transporta sangre oxigenada al cerebro; la encontraremos en la parte frontolateral del cuello, bajo el ángulo del mentón, en una zona blanda y hueca (figura 1).