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La historia tradicional de los grandes héroes, capaces de cambiar el rumbo de las naciones con su sola presencia, se reproduce una y otra vez en los medios de comunicación y en las versiones oficiales. La independencia pareciera descrita como una mala película de Hollywood; los próceres son buenos, y los españoles, malos. Así de simple, no hay matices; la descripción del pasado podría resumirse, en cómo los buenos se organizaron, a pesar de las dificultades -son necesarios los elementos dramáticos-, para salir victoriosos en su gesta libertaria.
Sin embargo, no cuentan cómo las familias realistas eran fusiladas por orden de nuestros héroes, ni como Bolívar les permitía a los soldados saquear Pasto, para que castigaran con terror y muerte a los que no querían la independencia. Los métodos militares de Bolívar, los fusilamientos, las confiscaciones y los saqueos, no eran distintos a los de la época, sin embargo, nuestra historia tradicional no los suele mencionar. En cambio, describe detalladamente la maldad de los españoles y los desmanes de Murillo, exagerados por la prosa del siglo XIX, para justificar a la nación, con una historia de buenos y malos.
Desde hace varias décadas, los historiadores dedicados al estudio de la independencia han abandonado las narraciones nacionalistas, que aportan poco al conocimiento del pasado. Sin embargo, sus investigaciones han sido poco difundidas por fuera de los límites de la academia. Así es que Semana Educación se ha arriesgado a resumir, a grandes rasgos, una cronología que sirva para entender la independencia, por fuera de las batallas y de los hitos patrios.