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Ojeada sobre América” refleja numerosas características generales del ensayo y particulares del ensayista Juan Montalvo. Como ensayo, ejemplifica la preocupación por su momento en el espacio, América, y en el tiempo, década de los años 60, pero al comunicar sus pensamientos transciende ambos, el espacio y el tiempo. Hoy día, su ensayo nos permite también reflexionar sobre nuestro momento actual. El ensayo está escrito con voluntad de estilo, hace constante uso de un lenguaje metafórico y de palabras escogidas que proporcionan cierto ritmo a su prosa. “Ojeada sobre América” posee una gran riqueza de alusiones, directas e indirectas, a un contexto cultural e histórico muy amplio. Pero ante todo es una comunicación “persuasiva”; es decir, no sólo busca comunicar un mensaje de oposición a las brutalidades de la guerra, sino que busca también persuadirnos a que nosotros igualmente nos opongamos a la guerra como una aberración de la dignidad humana y del derecho natural. Montalvo no desea, con su lenguaje persuasivo, que aceptemos su posición, sino que espera que meditemos sobre el tema, convencido de que si meditamos y somos justos, vamos a llegar a sus mismas conclusiones. El ensayo está escrito para la generalidad de los cultos. Aunque no es necesario comprender todas sus alusiones al contexto histórico-cultural, sí se supone que los lectores van a comprender muchas de sus alusiones, para poderlas proyectar en su propio pensamiento.
“Ojeada sobre América” refleja el estilo culto de mediados del siglo XIX. Montalvo emplea frases complejas y extensas con abundantes recursos retóricos. Su lenguaje culto ejemplifica la expresión escrita y a veces el artificio del discurso pronunciado o leído en público; en ambos casos se trata de un lenguaje distinto al lenguaje cotidiano. A pesar de que el leguaje escrito de este ensayo se aleja de nuestro lenguaje actual, en Montalvo busca ser también un lenguaje sentido. El “yo” del autor aparece con frecuencia de un modo indirecto, pero también exterioriza de forma directa su posición: “No soy hombre de partido”; o cuando señala que “el que habla mal de mí, no habla de mí”.