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No hace mucho tiempo, sentía una gran fuerza que me unía al fútbol que nadie conseguía ver. Estaba triste porque yo quería demostrar al mundo cómo era yo, pero a nadie le interesaba.Yo era un niño con pelo castaño, cuerpo en forma, rostro hermoso y piel pálida que hacía resaltar mis bellos y azules ojos. Un niño normal al que nadie prestaba atención.Mi vida solo se basaba en ser despreciado en los partidos de fútbol, nadie me elegía. Elegían a Jorge, el más despistado, Migue,l el más patoso incluso hasta a Diego, el más rellenito. Pero nunca a mí.
Hasta que un día me cansé de tanto desprecio y quise apuntarme a clases de fútbol para poder mejorar mi forma de jugar y así entrar en un equipo importante. Me apunté tres días a la semana a clases y al equipo más famoso de la comarca. Lo mejor de los partidos es que salían transmitidos por la televisión, así mis compañeros me podían ver cómo jugaba y se darían cuenta de lo bien que lo hacía.Los primeros días me costaron mucho pero me esforcé y fui adaptándome al entorno. Allí todo era tan diferente, el campo era enorme, igual que las porterías, había gradas, ¡hasta un árbitro! Todo aquello me impresionaba.Pasaron los días hasta que llegó el día del partido. Estaba nervioso ya que era la primera vez que jugaba en un partido con mi nuevo equipo.De repente nuestro entrenador dijo que era el momento y salimos al enorme campo de fútbol. Había luces que me deslumbraban, cámaras, un montón de gente en las gradas… Todo eso me impresionó nunca había visto una cosa igual. El árbitro nos dijo que nos colocáramos, y empezó el partido.
Transcurrieron minutos y minutos y seguíamos empatados 0-0 y los nervios me recorrían todo el cuerpo. Tuve un montón de oportunidades para meter y las desaproveché. Entonces, de la nada, salió mi compañero con la pelota entre los pies me dijo ‘’marca’’. Yo estaba confuso, no sabía que hacer pero reflexioné un segundo y volví al partido, estaba en frente del portero tenía la oportunidad de marcar, mi sueño se haría realidad, me concentré y me dije ‘’vamos tú puedes hacerlo, todos depende de ti’’ me armé de valor y chuté. Por un momento dudé que fuera a marcar así que cerré los ojos y esperé al resultado. Esos segundos me parecieron interminables hasta que los abrí. No me lo podía creer ¡yo había marcado! Todos mis compañeros fueron corriendo a abrazarme. No me lo podía imaginar, mi sueño, ¡hecho realidad! Tenía un cosquilleo por todo el cuerpo, un suave cosquilleo un cosquilleo de victoria.No sabía lo que me esperaría al día siguiente en el colegio, así que dejé que sucediera. Mis profesores me dieron la enhorabuena y mis compañeros nunca me volvieron a despreciar, pero mis compañeros ya no eran mis compañeros de clase, eran mis amigos.
Hasta que un día me cansé de tanto desprecio y quise apuntarme a clases de fútbol para poder mejorar mi forma de jugar y así entrar en un equipo importante. Me apunté tres días a la semana a clases y al equipo más famoso de la comarca. Lo mejor de los partidos es que salían transmitidos por la televisión, así mis compañeros me podían ver cómo jugaba y se darían cuenta de lo bien que lo hacía.Los primeros días me costaron mucho pero me esforcé y fui adaptándome al entorno. Allí todo era tan diferente, el campo era enorme, igual que las porterías, había gradas, ¡hasta un árbitro! Todo aquello me impresionaba.Pasaron los días hasta que llegó el día del partido. Estaba nervioso ya que era la primera vez que jugaba en un partido con mi nuevo equipo.De repente nuestro entrenador dijo que era el momento y salimos al enorme campo de fútbol. Había luces que me deslumbraban, cámaras, un montón de gente en las gradas… Todo eso me impresionó nunca había visto una cosa igual. El árbitro nos dijo que nos colocáramos, y empezó el partido.
Transcurrieron minutos y minutos y seguíamos empatados 0-0 y los nervios me recorrían todo el cuerpo. Tuve un montón de oportunidades para meter y las desaproveché. Entonces, de la nada, salió mi compañero con la pelota entre los pies me dijo ‘’marca’’. Yo estaba confuso, no sabía que hacer pero reflexioné un segundo y volví al partido, estaba en frente del portero tenía la oportunidad de marcar, mi sueño se haría realidad, me concentré y me dije ‘’vamos tú puedes hacerlo, todos depende de ti’’ me armé de valor y chuté. Por un momento dudé que fuera a marcar así que cerré los ojos y esperé al resultado. Esos segundos me parecieron interminables hasta que los abrí. No me lo podía creer ¡yo había marcado! Todos mis compañeros fueron corriendo a abrazarme. No me lo podía imaginar, mi sueño, ¡hecho realidad! Tenía un cosquilleo por todo el cuerpo, un suave cosquilleo un cosquilleo de victoria.No sabía lo que me esperaría al día siguiente en el colegio, así que dejé que sucediera. Mis profesores me dieron la enhorabuena y mis compañeros nunca me volvieron a despreciar, pero mis compañeros ya no eran mis compañeros de clase, eran mis amigos.
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