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¿Pero cuándo nace esta moda en el Perú? Es algo que nos ha causado curiosidad durante mucho tiempo. Ya para fines del siglo XVIII estos enigmáticos personajes que tanto llamaron la atención en su época, como hoy en día, fueron mencionados tanto en la literatura como en la pintura. Es así las encontramos inmersas en la obra Manuel Asensio Segura, las picarescas Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma y estos sirvieron como inspiración a las acuarelas costumbristas de Pancho Fierro.o en sus mujeres, que mucho llamaron la atención.
RespueMucho me he chamuscado las pestañas al calor del lamparín, buscando en antiguos infolios el origen de aquel tan gracioso como original disfraz llamado saya y manto. Desgraciadamente mis desvelos fueron tiempo perdido, y se halla en pie la curiosidad que aún me aqueja. Más fácil fue para Colón el descubrimiento de la América que para mí el saber a punto fijo en qué año se estrenó la primera saya. Tengo que resignarme, pues, con que tal noticia quede perdida en la noche de los tiempos. «Ni el trigo es mío ni es mía la cibera; conque así, muela el que quiera».
Lo que sí sé de buena tinta es que por los años de 1561, el conde de Nieva, cuarto virrey del Perú y fundador de Chancay, dictó ciertas ordenanzas relativas a la capa de los varones y al manto de las muchachas, y que por su pecaminosa afición a las sayas, un marido intransigente le cortó un sayo tan ajustado que lo envió a la sepultura.
Por supuesto que para las limeñas de hoy, aquel traje, que fue exclusivo de Lima, no pasa de ser un adefesio. Lo mismo dirán las que —196→ vengan después por ciertas modas de París y por los postizos que ahora privan.
Nuestras abuelas, que eran más risueñas que las cosquillas, supieron hacer de la vida un carnaval constante. Las antiguas limeñas parecían fundidas en un mismo molde. Todas ellas eran de talle esbelto, brazo regordete y con hoyuelo, cintura de avispa, pie chiquirritico y ojos negros, rasgados, habladores como un libro y que despedían más chispas que volcán en erupción. Y luego una mano, ¡qué mano, Santo Cristo de Puruchuco!sta:
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