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5
Para sobrevivir a este viaje, los integrantes de las bandas tenían que aprovechar al máximo lo que les ofrecía el paisaje. Por esto recolectaban semillas, hierbas y plantas comestibles que les entregaba el paisaje, especialmente en verano, cuando las temperaturas suben unos grados.
Asimismo cazaban animales pequeños como focas, peces, aves y megafauna como mamuts, bisontes y caballos. A estos animales no sólo los utilizaban para alimentarse, también usaban sus pieles como abrigo, su grasa para cocinar, su estiércol como combustible y sus huesos para fabricar diversos objetos como armas, figurillas, agujas o punzones para coser la ropa y los cueros, entre otros usos. Un dato interesante es que en este viaje los hombres y las mujeres ya venían acompañados del perro, que ayudaba en la caza y el cuidado de los campamentos.
-Saludos!
Asimismo cazaban animales pequeños como focas, peces, aves y megafauna como mamuts, bisontes y caballos. A estos animales no sólo los utilizaban para alimentarse, también usaban sus pieles como abrigo, su grasa para cocinar, su estiércol como combustible y sus huesos para fabricar diversos objetos como armas, figurillas, agujas o punzones para coser la ropa y los cueros, entre otros usos. Un dato interesante es que en este viaje los hombres y las mujeres ya venían acompañados del perro, que ayudaba en la caza y el cuidado de los campamentos.
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4
La llegada de los primeros seres humanos a América del Sur ocurrió hace 15 000 años, según las más antiguas huellas humanas halladas en Monte Verde, actual Chile, y El Guitarrero y Piquimachay, en el actual Perú, aunque se discuten fechados más antiguos, de 30 000 a 40 000 años, registrados en la amazonía brasileña (Pedra Furada).1
Dichos hombres llegarían provenientes de América del Norte. Cruzaron la América Central hasta llegar al istmo de Panamá, para continuar más al sur, yendo unos hacia la selva amazónica y avanzando otros por la cordillera de los Andes, hasta llegar a los últimos rincones de la Patagonia y de la Tierra del Fuego. También se han propuesto otras rutas, como desde Australia pasando por la Antártida hasta llegar al extremo meridional de Sudamérica, o desde Oceanía cruzando el inmenso Océano Pacífico, aunque estos viajes debieron darse en épocas más tardías.
Al igual que sus antecesores que llegaron de Asia a América del Norte, los hombres que arribaron a Sudamérica tuvieron que sobreponerse a ambientes nunca antes conocidos. En efecto, tuvieron que luchar contra el agobiante calor, la inesperada lluvia torrencial, las mesetas elevadas y frías, la selva enmarañada y sus alimañas. No obstante, una vez más, el hombre primitivo demostró su extraordinaria capacidad de adaptabilidad y conquistó las montañas, colinas y valles, espacios geográficos a los cuales ya estaba acostumbrado.
El territorio peruano (Andes Centrales), en forma particular, ofrecía una diversidad ecológica con abundante flora y fauna, que debió ser muy atractiva para los primeros hombres. En esa lejana época, a fines del período Pleistoceno, el clima y el paisaje eran diferentes a los que existen ahora. Las temperaturas eran mucho más bajas que las actuales, lo que permitió el crecimiento de los glaciares, que captaban más agua y hacían bajar los niveles de los mares (Era del Hielo). En ese ambiente se desenvolvía una megafauna, es decir grandes animales como el mastodonte y el megaterio, ya extinguidos. Pero en general, ese contexto mantiene sus principales características biogeográficas.
Aquellos primeros hombres encontraron refugio en cuevas y abrigos naturales y se dedicaron a la caza, pesca y recolección. Algunos autores sostienen que los primeros hombres eran antropófagos, es decir que se alimentaban de carne humana, pero esta es una cuestión muy discutida y que probablemente jamás se pondrá en claro. Los primeros instrumentos de los que se valió el hombre para sus actividades de caza y pesca, así como también las primeras armas que le sirvieron para atacar y defenderse, le fueron suministrados por la misma naturaleza: palos y piedras.
Hacia el 10 000 a.C. empezaron a retroceder los hielos y el clima se hizo más benigno, dando pase al periodo Holoceno o era actual. Este cambio originó una extinción paulatina de la megafauna y el aumento de otras especies, como camélidos y cérvidos. Ello, naturalmente, trajo a la vez un cambio en el comportamiento cultural del hombre. De nómade y trashumante se hizo seminómade y luego sedentario, en un proceso que duró muchos siglos.
Dichos hombres llegarían provenientes de América del Norte. Cruzaron la América Central hasta llegar al istmo de Panamá, para continuar más al sur, yendo unos hacia la selva amazónica y avanzando otros por la cordillera de los Andes, hasta llegar a los últimos rincones de la Patagonia y de la Tierra del Fuego. También se han propuesto otras rutas, como desde Australia pasando por la Antártida hasta llegar al extremo meridional de Sudamérica, o desde Oceanía cruzando el inmenso Océano Pacífico, aunque estos viajes debieron darse en épocas más tardías.
Al igual que sus antecesores que llegaron de Asia a América del Norte, los hombres que arribaron a Sudamérica tuvieron que sobreponerse a ambientes nunca antes conocidos. En efecto, tuvieron que luchar contra el agobiante calor, la inesperada lluvia torrencial, las mesetas elevadas y frías, la selva enmarañada y sus alimañas. No obstante, una vez más, el hombre primitivo demostró su extraordinaria capacidad de adaptabilidad y conquistó las montañas, colinas y valles, espacios geográficos a los cuales ya estaba acostumbrado.
El territorio peruano (Andes Centrales), en forma particular, ofrecía una diversidad ecológica con abundante flora y fauna, que debió ser muy atractiva para los primeros hombres. En esa lejana época, a fines del período Pleistoceno, el clima y el paisaje eran diferentes a los que existen ahora. Las temperaturas eran mucho más bajas que las actuales, lo que permitió el crecimiento de los glaciares, que captaban más agua y hacían bajar los niveles de los mares (Era del Hielo). En ese ambiente se desenvolvía una megafauna, es decir grandes animales como el mastodonte y el megaterio, ya extinguidos. Pero en general, ese contexto mantiene sus principales características biogeográficas.
Aquellos primeros hombres encontraron refugio en cuevas y abrigos naturales y se dedicaron a la caza, pesca y recolección. Algunos autores sostienen que los primeros hombres eran antropófagos, es decir que se alimentaban de carne humana, pero esta es una cuestión muy discutida y que probablemente jamás se pondrá en claro. Los primeros instrumentos de los que se valió el hombre para sus actividades de caza y pesca, así como también las primeras armas que le sirvieron para atacar y defenderse, le fueron suministrados por la misma naturaleza: palos y piedras.
Hacia el 10 000 a.C. empezaron a retroceder los hielos y el clima se hizo más benigno, dando pase al periodo Holoceno o era actual. Este cambio originó una extinción paulatina de la megafauna y el aumento de otras especies, como camélidos y cérvidos. Ello, naturalmente, trajo a la vez un cambio en el comportamiento cultural del hombre. De nómade y trashumante se hizo seminómade y luego sedentario, en un proceso que duró muchos siglos.
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