Como fue la organización política ,social y territorial del imperio bizantino
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Espartano2001:
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Son muy pocos los datos que pueden permitirnos calcular la población del Imperio Bizantino. J.C. Russell estima que a finales del siglo IV la población total del Imperio Romano de Oriente era de unos 25 millones, repartidos en un área de aproximadamente 1.600.000 km². Hacia el siglo IX, sin embargo, tras la pérdida de las provincias de Siria, Egipto y Palestina y la crisis de población del siglo VI, habitarían el Imperio alrededor de 13 millones de personas en un territorio de 745.000 km².
*Organización política y social
El emperador
El jefe supremo del Imperio Bizantino era el emperador (basileus), que dirigía el ejército, la administración, y tenia el poder religioso. Cada emperador tenía la potestad de elegir a su sucesor, al que asociaba a las tareas de gobierno confiriéndole el título de césar. En algún momento de la historia de Bizancio (concretamente, durante el reinado de Romano Lecapeno) llegó a haber hasta cinco césares simultáneos.
El sucesor no era necesariamente hijo del emperador. En muchos casos, la sucesión fue de tío a sobrino (Justiniano, por ejemplo, sucedió a su tío Justino I y fue sucedido por su sobrino Justino II). Otros personajes llegaron a la dignidad imperial a través del matrimonio, como Nicéforo II o Romano IV Diógenes.
Si bien el emperador elegía a su sucesor, fueron muchos los que llegaron al poder al ser proclamados emperadores por el ejército (como Heraclio o Alejo I Comneno), o gracias a las intrigas cortesanas, a veces aderezadas con numerosos crímenes. Para evitar que los emperadores depuestos y sus familiares reivindicaran el trono eran con frecuencia cegados y, en ocasiones, castrados, y confinados en monasterios. Un caso peculiar es el de Justiniano II, llamado Rhinotmetos ('Nariz cortada'), a quien el usurpador Leoncio cortó la nariz y envió al destierro, aunque recuperaría posteriormente su trono. Estos crímenes atroces fueron sumamente frecuentes en la historia del Imperio Bizantino, especialmente en las épocas de inestabilidad política.
La figura del emperador estaba especialmente relacionada con la Iglesia, que se convirtió en un factor estabilizador, y especialmente con el Patriarca de Constantinopla. La monarquía bizantina tenía un carácter cesaropapista —uno de los títulos del emperador era Isapóstolos ('Igual a los Apóstoles'), y ciertas prerrogativas de su cargo remiten al Rex sacerdos ('Rey sacerdote') de la monarquía israelita—. El emperador y el Patriarca tenían una relación de mutua interdependencia: si bien el emperador designaba al Patriarca, era éste el que sancionaba su acceso al poder mediante la ceremonia de coronación. Entre uno y otro hubo en la historia de Bizancio muchos momentos de tensión, pues los intereses del Estado diferían a veces de los de la Iglesia. En la última etapa del Imperio, por ejemplo, cuando los emperadores, para obtener la ayuda de Occidente frente a los turcos, intentaron restaurar la unidad religiosa de su iglesia con la de Roma, se encontraron con la tenaz resistencia de los patriarcas.
*Organización política y social
El emperador
El jefe supremo del Imperio Bizantino era el emperador (basileus), que dirigía el ejército, la administración, y tenia el poder religioso. Cada emperador tenía la potestad de elegir a su sucesor, al que asociaba a las tareas de gobierno confiriéndole el título de césar. En algún momento de la historia de Bizancio (concretamente, durante el reinado de Romano Lecapeno) llegó a haber hasta cinco césares simultáneos.
El sucesor no era necesariamente hijo del emperador. En muchos casos, la sucesión fue de tío a sobrino (Justiniano, por ejemplo, sucedió a su tío Justino I y fue sucedido por su sobrino Justino II). Otros personajes llegaron a la dignidad imperial a través del matrimonio, como Nicéforo II o Romano IV Diógenes.
Si bien el emperador elegía a su sucesor, fueron muchos los que llegaron al poder al ser proclamados emperadores por el ejército (como Heraclio o Alejo I Comneno), o gracias a las intrigas cortesanas, a veces aderezadas con numerosos crímenes. Para evitar que los emperadores depuestos y sus familiares reivindicaran el trono eran con frecuencia cegados y, en ocasiones, castrados, y confinados en monasterios. Un caso peculiar es el de Justiniano II, llamado Rhinotmetos ('Nariz cortada'), a quien el usurpador Leoncio cortó la nariz y envió al destierro, aunque recuperaría posteriormente su trono. Estos crímenes atroces fueron sumamente frecuentes en la historia del Imperio Bizantino, especialmente en las épocas de inestabilidad política.
La figura del emperador estaba especialmente relacionada con la Iglesia, que se convirtió en un factor estabilizador, y especialmente con el Patriarca de Constantinopla. La monarquía bizantina tenía un carácter cesaropapista —uno de los títulos del emperador era Isapóstolos ('Igual a los Apóstoles'), y ciertas prerrogativas de su cargo remiten al Rex sacerdos ('Rey sacerdote') de la monarquía israelita—. El emperador y el Patriarca tenían una relación de mutua interdependencia: si bien el emperador designaba al Patriarca, era éste el que sancionaba su acceso al poder mediante la ceremonia de coronación. Entre uno y otro hubo en la historia de Bizancio muchos momentos de tensión, pues los intereses del Estado diferían a veces de los de la Iglesia. En la última etapa del Imperio, por ejemplo, cuando los emperadores, para obtener la ayuda de Occidente frente a los turcos, intentaron restaurar la unidad religiosa de su iglesia con la de Roma, se encontraron con la tenaz resistencia de los patriarcas.
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