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Los astilleros y el crecimiento del puerto, atrajeron a las más grandes industrias que se asentaron en esta ciudad.
Guayaquil nació a orillas del río. Los primeros astilleros datan de la época de la colonia, en el siglo XVI, época en la que Guayaquil fue el puerto más importante de Sudamérica.
Allí es donde comienza la historia de la industria guayaquileña, y por qué no, de la ecuatoriana.
En el astillero Barcelona Alfonso Villamar lleva casi cuarenta años trabajando como soldador. Aún en los años setenta la actividad era ardua en esta zona. Distinta a lo que es ahora, ya no se construyen más barcos, solo se reparan.
Antes la calle Eloy Alfaro, que está muy cerca de los astilleros, se llamaba la “Avenida de la Industria”. La influencia del puerto era tan importante para la economía de la ciudad que las empresas más grandes del país se asentaron a lo largo de esta vía.
Para 1936, la fábrica de cemento, la empresa eléctrica, la fábrica de cerveza, de madera y de papel se habían posicionado en el mercado.
Y Guayaquil crecía, y sus industrias también, convirtiéndose en uno de los motores que genera en la actualidad el 31% de lo que se produce en Ecuador.
Ha sido un largo camino, muchas veces de obstáculos.
Las conexiones viales y las nuevas tecnologías han permitido la descentralización de la industria, sin embargo la ciudad sigue albergando casi el 40 por ciento.
De 5.437 industrias registradas en todo el país, 2.184 están domiciliadas en Guayaquil, y son las que más exportan.
Pero ahora tiene un nuevo reto, ser innovadora y ajustarse a los planes del cambio de la matriz productiva.
La industria y la actividad económica en general, son la columna vertebral de Guayaquil. Una ciudad que crece y sigue siendo atractiva para la inversión y el trabajo.