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Leyenda de San Demetrio
En el libro "Historia de la Diócesis de Huesca" cuyo autor es don Damián Peñart y Peñart, se recoge esta leyenda de la siguiente forma:
Se hace alusión a dos eclesiásticos que vinieron de Francia portando los restos de San Demetrio en una acémila. Al pasar por Jaca, la comunidad cristiana quiso hacerse con tales reliquias y para resolver tal dilema, los clérigos optaron por colocar la urna con los restos del santo en el lomo de una mula a la que vendaron los ojos. Dejaron marchar al animal a su voluntad y el sitio en el que parase el animal, sería el poseedor de tan preciado tesoro, pensando que el trayecto iba a ser corto, por lo que la opción quedaría en alguno de los dos términos.
Puesto ello en ejecución, el animal seguido por algunas gentes, comenzó su andadura incansable y tenaz, cruzando espesuras y serranías y al cabo de diez leguas, llegó a un peñasco en las inmediaciones de Loarre, más concretamente en la que fue la antigua ciudad romana llamada Calagurris Julia Nasica donde, no lejos de su castillo, la mula tropezó en una mata de romero, y ambos cayeron con tan mala suerte que murieron. Pero antes de morir, San Demetrio, enfadado, dijo que ya nunca más nacería romero en el monte de Loarre. Es en ese preciso lugar donde se erigió la ermita de Santa Marina.Y así sucedió. Se puede encontrar romero en la muga de otros pueblos, pero no en el monte de Loarre.
Posteriormente las reliquias fueron transladadas al templo de San Pedro de Valverde, que formaba parte del Castillo de Loarre, permaneciendo en la primitiva urna y en este mismo lugar hasta el 5 de mayo de 1505. Posteriormente, se transladaron a la iglesia de San Esteban de la Huerta en la Villa de Loarre, haciendo perpetuo voto de trasladarle, procesionalmente, todos los años el día de la Ascensión del Señor, a la de San Pedro de Valverde, en la mencionada fortaleza, para celebrar allí los oficios y venerarle con toda solemnidad.
Los vecinos y moradores de la Villa de Loarre, llevados de su fervorosa devoción y agradecidos de los constantes favores y consuelos logrados por la intervención de San Demetrio a través de los siglos, en sus necesidades de aguas, enfermedades y otras adversidades, deseando conservar con mayor seguridad y decencia sus sagradas reliquias, hicieron construir nueva urna, pentagonal, de cristales engarzados de plata, de tres palmos de latitud, palmo y medio de longitud y madia vara de altura, con adornos de varios laureles y rosas de plata prendidos con sus tornillos, y a los costados dos asas, también de plata, y una cerraja con llave, escudo y concha de tan preciado metal.