Respuestas
1º. DISMINUYE LAS LUCES DE ALMA Y AMORTIGUA LA CLARIDAD DE LA FE. Todo pecado que se comete es como una ligera nubecilla que se interpone entre nuestro entendimiento y el sol de la eterna verdad.
Cuando más multiplicamos nuestras faltas, tanto más se condensa la nube y acaba por interceptar los rayos de este sol divino, dejándonos en tinieblas.
De ahí esa fe que casi extinguida con que a veces solemos tratar las cosas más sagradas; es como si viviéramos una vida de ilusión.
Y todavía nos quejamos, diciendo: Dios mío, porque no te veo, porque me hallo tan tibio, porque experimento tedio y fastidio en mis ejercicios de piedad; pero lamentablemente no queremos darnos cuenta que estamos así, es por nuestras propias culpas y faltas, es por lo que estamos sumidos en las tinieblas.
2º. DEBILITA LA VOLUNTAD. Cada pecado que se comete, por ligero que sea, es un alimento que se da, una concesión que se hace a alguna inclinación viciosa.
Lo que nosotros concedemos al amor de la creaturas, lo quitamos al amor de Dios. Estos dos amores son como dos fuegos, de los que el uno gana en ardor lo que el otro pierde.
Nuestras innumerables infidelidades multiplican en proporción nuestras aflicciones, es decir, nuestras cadenas, y de ahí ese lamentable estado de languidez, y esa impotencia para hacer el bien.
3º.—DESFIGURA Y DEGRADA LA OBRA MAESTRA DIOS.
El alma revestida de gracia es la obra maestra salida de las manos del Creador. El pecado es como una mancha horrorosa en un vestido blanquísimo, una úlcera fea en un rostro hermoso.
4º.—PRIVA DE UN GRADO MAS DE GRACIA y del derecho, por consiguiente, a un grado más de gloria.
Uno era acreedor al uno y al otro si se hubiera resistido a la tentación; pero dejándose llevar de ella, ha perdido ambos grados. Pérdida que consiste en que Dios será eternamente menos conocido, menos amado, menos poseído por uno en el cielo.
5º.—PRIVA DE ESAS GRACIAS DE ELECCIÓN que son la recompensa del fervor. Nosotros medimos la fidelidad para con Dios, y El mide los beneficios que nos hace.
6º.—ALTERA LA PAZ DEL CORAZÓN y suele llenarlo a veces de crueles dudas y angustias: ¿Quién resiste a Dios y queda con paz?
7º.—DISPONE AL ALMA PARA EL PECADO MORTAL, como la enfermedad a la muerte. Es por eso, que nos dice la Sagrada Escritura: “El que en lo poco es infiel, también es infiel en lo mucho” (S. Luc., XVI, 10).
La experiencia ha venido a confirmar esta sentencia de S. Bernardo: “Nadie se hace grande repentinamente; comienzan por poco los que caen en grandes miserias”.
¿Cómo fueron preparándose aquellos atentados criminales de Caín, Saúl y de Judas? Nada al parecer que en un principio pudiera inquietar.
¡Qué de horribles ultrajes, qué de sangre a toda la Europa, al mundo entero; cuántas lágrimas hubiera evitado a toda la Iglesia Martín Lutero si a tiempo hubiera reprimido el secreto orgullo que desde joven germinaba en su corazón!
8º.—NOS HACE FALTAR A LA DELICADEZA QUE DEBEMOS AL CORAZÓN DE JESÚS.
de seguro no quisiéramos desatender con una sola persona lo que reclaman las conveniencias sociales; pues bien, rehusamos a Jesús lo que prodigamos a las creaturas.
Entre dos amigos verdaderos todo tiene que ser delicado, atento, esmerado. ¿Cuántos sacrificios no se hacen en el mundo para agradar, para no aparecer descorteses, mal educados; y por qué no hemos de usar de la misma delicadeza para con el amigo más fino, más sincero que podamos tener sobre la tierra? Y sin embargo, el Smo. Sacramento vive con nosotros en familia, para establecer entre su corazón y el nuestro relaciones maravillosas de amor íntimo y cordial.