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Cuando el barbitúrico le penetró en la vena, desapareció la ansiosa expresion de sus ojos y sus músculos empezaron a relajarse.
A las doce de la noche, demolida por el cansancio y la rabia, Maruja se tomo dos pastillas del barbitúrico fulminante, y no despertó hasta las ocho de la mañana del dia siguiente.
A las doce de la noche, demolida por el cansancio y la rabia, Maruja se tomo dos pastillas del barbitúrico fulminante, y no despertó hasta las ocho de la mañana del dia siguiente.
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