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Los estudios prueban que estos primeros hombres usaron, sin dudas, un objeto muy eficaz llamado átlatl, que impulsaba de tal modo los venablos que lograban atravesar la piel gruesa de mamíferos gigantes del período.
La principal propiedad de un átlatl reside en ser un instrumento que puede impulsar con mucha flexibilidad los venablos, a gran velocidad y a través de largas distancias. Se trata de palos que en su punta tienen una especie de garfio para sujetar un dardo. Los antepasados los alzaban sobre su cabeza y, tras balancearlos hacia adelante, lograban una fuerza mucho mayor que la que simplemente se obtiene al arrojar una lanza.
Como ya se tenían evidencias de que los antepasados europeos usaban este tipo de herramientas, era lógico esperar que también los primeros habitantes del continente americano hubieran empleado los átlatls hace unos 13 000 años. Especialmente porque se sabía que estos pobladores cazaban mamuts y perezosos gigantes, animales difíciles de derribar y mucho más de ser heridos sin las armas adecuadas.