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Las plantas juegan un rol importante en el ciclo del agua, ya que la purifican mediante el proceso de transpiración: las raíces de las plantas absorben agua desde el suelo, la cual se desplaza hacia arriba a través de los tallos o troncos, al llegar hacia las hojas y flores se evapora hacia el aire en forma de vapor de agua.
Esta es una de las maneras que tiene la naturaleza de crear vapor de agua, el cual se eleva para formar nubes, las que eventualmente darán origen a las lluvias y nieves. Espero te sirva
Esta es una de las maneras que tiene la naturaleza de crear vapor de agua, el cual se eleva para formar nubes, las que eventualmente darán origen a las lluvias y nieves. Espero te sirva
rodriguezpaulin:
Muchas gracia
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Las plantas están fijadas a un lugar y sujetas a la disponibilidad de agua en el mismo. Aún variaciones muy pequeñas en la disponibilidad de agua pueden tener consecuencias importantes en la distribución de la cobertura vegetal.
El agua que absorben las plantas proviene de las precipitaciones (lluvia, nieve, granizo, garúa). Sin embargo, existen plantas que sobreviven del rocío y de la neblina. La absorción, el transporte y la pérdida de¡ agua por evaporación y transpiración dan como resultado el balance hídrico, que puede ser negativo por corto tiempo (marchitez), pero debe ser restablecido en un determinado periodo, pues de otra manera la planta muere.
La captación de agua se realiza generalmente a través de¡ sistema radicular con gran superficie de absorción. Por ejemplo, todas las raíces de una planta de trigo llegan a unos 100 km de longitud. Las raíces también se ramifican más al llegar a zonas más húmedas del suelo. La absorción del agua, por lo demás, sólo es posible si existe una diferencia de nivel entre la planta y el suelo, siendo decisiva la presión osmótica.
Las plantas aéreas, como las epífitas, son capaces de absorber agua a través de pelos absorbentes y células especiales en las hojas, como las achupallas o bromeliáceas (Tillandsia spp.) del desierto costero, que absorben agua atmosférica a través de pilosidades en las hojas. Otras achupallas o bromeliáceas almacenan el agua en "cisternas" formadas por la disposición de las hojas. Tal es el caso de las bromeliáceas epifitas de los árboles de la selva amazónica, algunas de las cuales son capaces de almacenar varios litros de agua entre las hojas. También los líquenes, musgos y ciertas algas absorben el vapor de agua del aire.
La transpiración o pérdida del agua es regulada a través de muchas formas o adaptaciones:
· Epidermis coriácea o muy dura, muy característica de las plantas del desierto.
· Pilosidad, serosidad, estomas profundos, hojas enrolladas, y otras formas que mitigan el impacto del calor.
· Reducción o desaparición de las hojas, como en los cactos, en los que las hojas se han transformado en espinas.
· Pérdida temporal de las hojas (caducifolias), que es muy común en regiones de sequías prolongadas.
En algunas plantas se presenta una eliminación activa del agua a través de ranuras especiales en el borde de las hojas.
Según la adaptación de las plantas a zonas con determinadas condiciones de agua se distinguen:
· Higrófitos: plantas de zonas siempre húmedas, como las de los bosques amazónicos. Un ejemplo muy claro es la palmera aguaje, que crece en las zonas pantanosas amazónicas.
· Tropófitos: plantas de zonas con climas de humedad cambiante, o sea, alternancia entre épocas húmedas y épocas secas. Es el caso de los musgos, de los líquenes, y de las bromelias o achupallas, entre muchas otras. Estas plantas logran soportar largos periodos de sequía reduciendo su actividad al mínimo. Uno de los ejemplos es el alga de los desiertos costeros (Nostoc commune), que en verano parece un polvo negro sobre la arena y en invierno absorbe agua y tiene consistencia gelatinosa.
· Xerófitos: plantas de zonas áridas y cálidas. Por ejemplo, los cactos, que han desarrollado defensas especiales para evitar la pérdida de agua (hojas en espinas, una cutícula gruesa).
· Hidrófitos: plantas que necesitan estar en constante contacto con el agua, como las algas, y que mueren fuera de ella. Todas las plantas acuáticas pertenecen a este grupo.
El agua que absorben las plantas proviene de las precipitaciones (lluvia, nieve, granizo, garúa). Sin embargo, existen plantas que sobreviven del rocío y de la neblina. La absorción, el transporte y la pérdida de¡ agua por evaporación y transpiración dan como resultado el balance hídrico, que puede ser negativo por corto tiempo (marchitez), pero debe ser restablecido en un determinado periodo, pues de otra manera la planta muere.
La captación de agua se realiza generalmente a través de¡ sistema radicular con gran superficie de absorción. Por ejemplo, todas las raíces de una planta de trigo llegan a unos 100 km de longitud. Las raíces también se ramifican más al llegar a zonas más húmedas del suelo. La absorción del agua, por lo demás, sólo es posible si existe una diferencia de nivel entre la planta y el suelo, siendo decisiva la presión osmótica.
Las plantas aéreas, como las epífitas, son capaces de absorber agua a través de pelos absorbentes y células especiales en las hojas, como las achupallas o bromeliáceas (Tillandsia spp.) del desierto costero, que absorben agua atmosférica a través de pilosidades en las hojas. Otras achupallas o bromeliáceas almacenan el agua en "cisternas" formadas por la disposición de las hojas. Tal es el caso de las bromeliáceas epifitas de los árboles de la selva amazónica, algunas de las cuales son capaces de almacenar varios litros de agua entre las hojas. También los líquenes, musgos y ciertas algas absorben el vapor de agua del aire.
La transpiración o pérdida del agua es regulada a través de muchas formas o adaptaciones:
· Epidermis coriácea o muy dura, muy característica de las plantas del desierto.
· Pilosidad, serosidad, estomas profundos, hojas enrolladas, y otras formas que mitigan el impacto del calor.
· Reducción o desaparición de las hojas, como en los cactos, en los que las hojas se han transformado en espinas.
· Pérdida temporal de las hojas (caducifolias), que es muy común en regiones de sequías prolongadas.
En algunas plantas se presenta una eliminación activa del agua a través de ranuras especiales en el borde de las hojas.
Según la adaptación de las plantas a zonas con determinadas condiciones de agua se distinguen:
· Higrófitos: plantas de zonas siempre húmedas, como las de los bosques amazónicos. Un ejemplo muy claro es la palmera aguaje, que crece en las zonas pantanosas amazónicas.
· Tropófitos: plantas de zonas con climas de humedad cambiante, o sea, alternancia entre épocas húmedas y épocas secas. Es el caso de los musgos, de los líquenes, y de las bromelias o achupallas, entre muchas otras. Estas plantas logran soportar largos periodos de sequía reduciendo su actividad al mínimo. Uno de los ejemplos es el alga de los desiertos costeros (Nostoc commune), que en verano parece un polvo negro sobre la arena y en invierno absorbe agua y tiene consistencia gelatinosa.
· Xerófitos: plantas de zonas áridas y cálidas. Por ejemplo, los cactos, que han desarrollado defensas especiales para evitar la pérdida de agua (hojas en espinas, una cutícula gruesa).
· Hidrófitos: plantas que necesitan estar en constante contacto con el agua, como las algas, y que mueren fuera de ella. Todas las plantas acuáticas pertenecen a este grupo.
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