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Viborada nació en una noble familia en Suabia. Después de la muerte de sus padres se unió junto a su hermano Hatto a la abadía benedictina de Saint Gall. Allí empezó como tejedora y a encuadernar muchos libros de la gran biblioteca de la abadía.
Viborada se estableció en el monasterio, y le enseñó latín a su hermano Hatto para que pudiera cantar el Oficio Divino. También invitaban a su casa a los enfermos, donde los sanaban. En una peregrinación en Roma Hatto se decide por convertirse en monje de la abadía, una decisión que Viborada apoyaría.
Poco después, Viborada sería acusada de algún tipo de infracción grave o delito, y fue sometida a la práctica medieval de prueba de fuego para demostrar su inocencia. Aunque fue exonerada, la vergüenza influyó en su decisión siguiente: retirarse del mundo y convertirse en una asceta.
Cuando ella solicitó al obispado convertirse en anacoreta, el obispo Salomón de Constanza le pidió que le acompañara hasta el monasterio de Saint Gallen. El eclesiástico convenció a la santa a que se quedase en una celda junto a la iglesia de San Georgencerca del monasterio, donde permaneció durante cuatro años antes de trasladarse a una celda contigua a la iglesia de Magnus de Füssen. Viborada se hizo famosa por su austeridad, y se dice que tenía dones proféticos y de sanación. Una mujer llamada Rachildis, a quien Viborada había curado de una enfermedad, se unió a ella como anacoreta. También a un joven estudiante en Saint Gallen, Ulrico de Augsburgo, que habría visitado a Viborada a menudo, le habría augurado su nombramiento al obispado de Augsburgo.