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Vi el otro día un debate a nivel “académico” entre un dirigente de un partido (UDI) que le planteaba a otro dirigente de una fundación que buscaba imponer el socialismo en el país debido a que el creía que todos los ciudadanos debían tener los mismos derechos y los mismos deberes, pues bien, sólo escribo esto para aclarar un poco y que no se confundan los distintos tipos de igualdad.
La democracia liberal clásica descansa (o debiese) descansar sobre un estricto principio de igualdad, pero debemos distinguir a qué clase de igualdad nos referimos al hablar de ella.
Cuando hablamos de ésta igualdad nos referimos a la Igualdad “formal”, igualdad ante la ley o “Isonomía”, todos los ciudadanos tienen los mismos derechos y obligaciones, ello se puede encontrar en el Artículo 1° de la Constitución Política de Chile de 1.980 que plantea:
Artículo 1°.- Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos.
Sin embargo al menos en Grecia la noción antigua mezclaba la noción de libertad e igualdad en el concepto de Isonomía al plantear que el verdadero significado de ella era de que sus ciudadanos eran “igualmente libres”, ello considerando que la democracia ateniense era aplicable sólo a un pequeño grupo de personas, que convivían con esclavos, de ahí que quienes fuesen ciudadanos y por consiguiente quienes no fueran esclavos eran los “iguales”, o dicho de otro modo, eran iguales en el sentido de que se conferían el uno al otro el estatus de “Ciudadano”.
Pues bien otra forma de abordar el tema de la igualdad es desde el punto de vista de la igualdad material, desde aquí todas las personas deben tener acceso a lo mismo, un sistema universal de salud, un sistema universal de educación, un sistema universal de pasta de dientes.
La distinción es importante a efectos de señalar que cuando uno pide mismos derechos para los hombres y mujeres, matrimonio igualitario, para los discapacitados, etc, no está intentando crear un soviet universal y avivar las llamas del socialismo en el país, sino más bien fortalecer un sistema libertades, que descansa justamente sobre la igualdad, pero sobre la igualdad formal, aquella que reconoce en cada ciudadano los mismos derechos y obligaciones.