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Durante la metamorfosis, las mariposas forman sus escamas a partir de células de su epidermis, igual a lo que hacemos nosotros con nuestro cabello.
Cada escama es como un píxel dentro de un mosaico mayor en el que se refracta la luz, similar a un prisma. Cuando la luz toca las escamas, se produce un fenómeno óptico llamado ‘interferencia constructiva’ que hace que los diminutos surcos reflejen solo ciertas longitudes de onda de luz visible, cancelando otras.
Estas nanoestructuras que refractan la luz, pues, eliminan la mayor parte de longitudes de onda del espectro visible, salvo aquellas de color azul. El resultado final del proceso, claro, es una mariposa con un par de alas de color azul eléctrico y ademas es por el color estructural
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