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Tras casi nueve años de conflicto bélico en Irak, el gobierno norteamericano ha anunciado el fin de su misión militar en esa nación. Tropas han estado partiendo desde allí de manera escalonada pero sostenida, y muchos de esos soldados ya han pisado tierra norteamericana por primera vez en meses. Pero el trasfondo de la guerra en Irak va más allá de ser una intervención militar unilateral e inexcusable llevada a cabo por Estados Unidos, pues la situación tanto interna como regional que vive esa nación obligará a las potencias mundiales a mantener los ojos bien abiertos y enfocados en el Medio Oriente.
La invasión a Irak sólo sirvió para desplazar a miles de personas que hoy en día se encuentran sin posibilidades concretas para ganarse el sustento. Esto, unido a la batalla campal por el control político del país, mismo que es disputado por las diferentes etnias que constituyen la nación Iraquí, es una receta para el desastre en donde el fantasma de una guerra civil no deja de rondar. Entre árabes, kurdos, asirios y turcos, la sociedad Iraquí siempre se ha visto envuelta en una lucha de toga. A esto hay que sumarle los enfrentamientos entre sunitas y chiitas, ambas facciones musulmanas que continúan escenificando enfrentamientos en busca de control territorial y político en áreas remotas de esa nación. Estos puntos representan sólo la punta del iceberg de este profundo problema, porque si insertamos en la ecuación las deficiencias que allí se viven en áreas como salubridad, educación, el débil sistema de gobierno, la inseguridad ciudadana y la corrupción administrativa, nos daremos cuenta que las tropas norteamericanas dejan detrás una nación Iraquí destruida donde en vez de resolver problemas, los mismos fueron empeorados.
Estados Unidos invadió a Irak de manera unilateral y arrogante, pues ni siquiera recibió la aprobación del Consejo de Seguridad de las Nacionales Unidas para llevarle a cabo. Esto no le importó a la Casa Blanca, más bien le bastó con inteligencia “fabricada” para excusar una invasión que nunca debió ser. Me refiero a “CURVEBALL”, nombre – código otorgado a un científico Iraquí que se convirtió en fuente de la CIA a través del servicio de inteligencia alemán (BND). “CURVEBALL” le aseguró al BND alemán que había sido testigo ocular en los laboratorios iraquíes en donde trabajaba para el supuesto programa de armas biológicas de Saddam Hussein y las denominadas armas de destrucción masiva. Esta información, la cual terminó siendo totalmente falsa como luego indicara el mismo “CURVEBALL”, encajó perfectamente en los planes de la Casa Blanca para justificar una invasión totalmente absurda. La simple validación de la información obtenida vía “CURVEBALL” hubiera destapado las inconsistencias de sus alegatos, pero el gobierno de George W. Bush optó por mirar hacia el otro lado sin corroborar una pieza de información que a la postre resultó siendo una fabricación coyuntural, utilizada por la fuente para obtener beneficios económicos.
Pero además, la salida de los Estados Unidos de Irak deja un tablero geopolítico regional con muchas interrogantes. Públicamente, el combate en esa nación ha concluido y las tropas norteamericanas “se van a casa”. En privado y, lo que muchos no saben, un cuantioso contingente militar norteamericano permanecerá en la región, distribuido en países aliados como Arabia Saudita, Bahréin y los Emiratos Árabes. La razón es simple y si se quiere, un tanto irónica: la retirada militar de Irak crea un “vacuum de poder” en la región, factor que Irán, sin lugar a dudas, tratará de explotar al máximo para su beneficio geopolítico y estratégico. A la postre un enemigo norteamericano, Irán, podría ser el mayor beneficiado de la invasión a Irak.
Si le preguntas a Estados Unidos sobre el legado de la invasión a Irak, esta de seguro sería su respuesta: casi 4,500 soldados norteamericanos muertos, 800 billones de dólares de costo total y, finalmente, la conquista de lo que ellos llaman una nueva era democrática en Irak. Lo que nunca externará el gobierno norteamericano al responder esta pregunta es la otra cara de la moneda al hacerse preguntas difíciles de responder. Por eso, yo lo haré por ellos: ¿Cuál es el número de civiles inocentes que murieron en Irak a causa de la invasión? ¿Cuáles jugosos contratos para la comercialización del crudo fueron asegurados por compañías norteamericanas en Irak? ¿Cuál es la garantía al pueblo Iraquí que Irán no se apoderará de su nación mediante “proxies”?