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En tan solo cinco años arribaremos a los 200 años de la declaración de independencia o del inicio de la guerra de emancipación contra el imperio español, hechos ocurridos en 1810, y que se dieron casi simultáneamente en sitios tan alejados como México, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Colombia, Argentina y Chile. Todos sabemos que la independencia constituye el evento histórico más importante que ha ocurrido en el continente americano desde la invasión de los españoles en 1492, puesto que de allí surgieron los países que hoy conocemos.
Lo que poco se ha reflexionado al interior del movimiento indígena es cómo resultaron beneficiados o perjudicados los pueblos nativos con la independencia. Incluso existe la creencia, que se ha vuelto casi parte de los usos y costumbres, de que porque el Libertador Simón Bolívar decretó la exención de tributos y del servicio militar a los indígenas, dicha época fue altamente favorable a estos pueblos. El presente texto pretende hacer algunas consideraciones al respecto, con la esperanza que sirvan de abrebocas para un debate sobre la participación de los pueblos indígenas y demás sectores sociales en la próxima conmemoración del Bicentenario.
Como es bien conocido, la revolución de independencia fue promovida y encabezada por las élites criollas de cada país, que se sentían desplazadas del manejo del gobierno y de los recursos del Estado, y privadas de los avances culturales y de los mercados del mundo, por lo cual, cuando fueron derrotados los españoles el cambio fue notorio en el nivel de la política, pero la situación social del común de las gentes continuó más o menos igual que en el régimen español, o en muchos casos peor. Baste mencionar el caso de los negros, a quienes se condujo a la guerra con la promesa de abolir la esclavitud pero tuvieron que esperar medio siglo para obtenerla y aún esperan que termine su discriminación. O la situación de los artesanos y labriegos, quienes lideraron la Revolución de los Comuneros en defensa de sus oficios y cultivos, pero a los que la independencia arruinó por las políticas de libre comercio impuestas por Inglaterra. O el caso de los campesinos y de los llamados vagos y malentretenidos, conducidos amarrados en largas filas a los campos de batalla. Pero sin duda fueron los pueblos indígenas el sector social más afectado con la independencia.
A grandes rasgos, la situación puede resumirse así:
Desde sus inicios el movimiento emancipador tuvo entre sus principales banderas de lucha reivindicar a los indígenas “por haber sido la parte más vejada, oprimida y degradada durante el despotismo español” (decreto del 20 de mayo de 1820);
Sin embargo, esto no pasó de ser un mero discurso ideológico al servicio de la causa de los criollos; y también una estrategia para captar el apoyo nativo para la causa de la independencia, a cuyos combates en general los indígenas fueron ajenos, aunque en algunas regiones como Pasto, Santa Marta y Maracaibo se afiliaron a la causa del rey;
En ningún momento los precursores ni los Libertadores concibieron a los pueblos indígenas como realidades diferentes del resto de colombianos, merecedores de protección como pueblos, como sí llegó a contemplarlo el sistema colonial después del siglo XVII. Por el contrario, imbuidos por el individualismo de la revolución francesa, aquellos pensaban que esta diferencia la había establecido el gobierno español para el mejor dominio de los aborígenes, por lo que los nuevos gobiernos empeñaron todos sus esfuerzos, incluida la fuerza, en la noble tarea de convertir a los indígenas en ciudadanos iguales al resto de colombianos; para lo cual acabaron o intentaron acabar con el llamado Código de Indias, con las tierras de resguardos, con las parroquias o pueblos exclusivamente habitados por indígenas, con los cacicazgos, cabildos y demás formas de organización tradicional, y con los protectores estatales de indígenas;
Aunque, de otra parte, también buscaron los independentistas aliviar la situación social de los indígenas, en especial frente a los engaños de que eran objeto en materia de propiedad de sus tierras, al régimen de trabajo semiesclavista a que estaban sometidos, a los abusos sacramentales de los curas, al pago de onerosos tributos, a la falta de acceso a la educación, a la prohibición de ejercer el comercio y últimamente al reclutamiento militar. Aún así, algunas de las medidas favorecedoras adoptadas fueron echadas para atrás al poco tiempo;