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Los delfines son animales mamíferos que viven en medios acuáticos. Los delfines pertenecen a la familia de los cetáceos (dentro de la cual podemos encontrar también a las ballenas y a las marsopas) más concretamente a los cetáceos con dientes u odontocetos. Existen cerca de cuarenta especies de delfines agrupadas en 17 géneros.
Sobre sus características físicas diremos que los delfines poseen cuerpos muy aerodinámicos con pequeñas aletas lo que les facilita la movilidad en el medio acuático y les proporciona una gran resistencia y velocidad en el agua. El tamaño medio de un delfín ronda los 4,5 metros de longitud y su peso suele estar sobre los 300 kilogramos.
Los delfines suelen vivir en sociedades de entre 6 y 100 individuos estableciendo una jerarquía de trabajo en el grupo. Gracias a dicha jerarquía los delfines son animales muy solidarios entre ellos ya que mientras unos se encargan de encontrar comida otros se dedican a la protección de la manada. Por este motivo es muy difícil sorprender a un delfín ya que, gracias a un sistema de silbidos de ultrasonidos, se comunican de forma rápida y eficiente por lo que la manada siempre está alerta. Con respecto a las crías podemos decir que, curiosamente, nacen en el agua y sus madres, junto con otros adultos encargados de la protección de dichas crías, las llevan a la superficie para que puedan empezar a respirar. Las crías de delfín son las grandes protegidas ya que siempre nadan en el centro del grupo por lo que el acceso a ellas es prácticamente imposible lo que les asegura un crecimiento tranquilo. Por eso siempre dedican el tiempo a jugar ya que eso establece fuertes vínculos con el resto de la manada a la vez que desarrollan su musculatura y técnicas de natación.
Los delfines tienen un cuerpo fusiforme ágil y adaptado para nadar a gran velocidad gracias también a los potentes músculos que mueven su aleta caudal. Por su parte las aletas pectorales, junto con la sección de cola, proporcionar control direccional y la aleta dorsal, en aquellas especies que tienen, proporciona estabilidad. A pesar de que varía según las especies, los patrones básicos de coloración son los tonos grises, por lo general con la zona ventral más clara, y a menudo cuentan con líneas y manchas que contrastan con el color principal.
La cabeza de los delfines contiene el melón, un órgano redondo usado para la ecolocalización. En muchas especies las mandíbulas alargadas forman un pico distintivo, como el delfín nariz de botella (Tursiops truncatus) cuya boca curvada simula una sonrisa, y otras especies pueden llegar a tener hasta 250 dientes. El cerebro del delfín es grande y muy complejo, diferente de la estructura de la de la mayoría de los mamíferos terrestres y es considerado como uno de los animales más inteligentes de la Tierra.
La mayoría de los delfines tienen la vista muy desarrollada, tanto dentro como fuera del agua, y pueden oír frecuencias diez veces o más por encima del límite superior del oído humano adulto. El sentido del tacto del delfín también está muy desarrollado, con densas terminaciones nerviosas en la piel, especialmente alrededor del hocico, las aletas pectorales y la zona genital. Sin embargo los delfines carecen de un nervio olfativo se cree que no tienen sentido del olfato.