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Ejemplos de uso de los pronombres posesivos:
“El nuestro está allí”
“La tuya es más antigua”
“El suyo se encuentra a la derecha”
“Los míos son más callados”
“Las vuestras tienen una gran elegancia”
“Los suyos siempre resaltan sobre los míos”
“La mía está debajo de la cama”
“Las tuyas son más caras”
“Aquella noche yo no podía dormir, así que decidí bajar a la cocina y tomar un chocolate bien caliente, no recordaba la última vez que había tomado uno. "
"Aquel era un vecindario normalmente silencioso, pero ese día seescuchaba un gran alboroto unas casas más abajo, que me había desvelado por completo."
“Aquella noche yo no podía dormir, así que decidí bajar a la cocina y tomar un chocolate bien caliente, no recordaba la última vez que había tomado uno. Aquel era un vecindario normalmente silencioso, pero ese día seescuchaba un gran alboroto unas casas más abajo, que me había desvelado por completo. Había calentado demasiado el chocolate con leche, así que en vez de esperar en la cocina decidí salir de la casa y ver quién armaba tanto escándalo. Caminé un poco por la acera, con la bata que a mi marido le había regalado su abuela y descubrí que el bullicio provenía de casa de los Blanco. A través de las ventanas seveía reír y charlar a los invitados, que eran muchos, y pensé que la hija mayor del matrimonio habría montado una gran fiesta sin el consentimiento de sus padres. Si era así, esa chiquilla tampoco iba a tener el mío e iba a terminar esa fiesta. Nadie abría la puerta y tuve que llamar insistentemente hasta que la señora Blanco abrió mientras se acicalaba el pelo, yome quedé estupefacta y ella me miraba con cara de pocos amigos. Me preguntó que si buscaba a alguien y contesté que no, pero, con cara de satisfacción, ella me dijo que mi marido estaba en el piso de arriba, pero que mejor mellevara al suyo. Yo, olvidando que no llevaba nada más que la ropa interior bajo la bata, me la quité y se la tiré a la cara diciéndole que sepodía quedar con los dos. Corrí por la acera, llegué a casa, cerré la puerta, me tomé mi chocolate y me fui a dormir. Al día siguiente, mi marido y yo nos reprochamos muchas cosas, algunas ciertas y otras no; pero, ya nada importaba, me había mentido y yo no estaba dispuesta a olvidar.”
“El nuestro está allí”
“La tuya es más antigua”
“El suyo se encuentra a la derecha”
“Los míos son más callados”
“Las vuestras tienen una gran elegancia”
“Los suyos siempre resaltan sobre los míos”
“La mía está debajo de la cama”
“Las tuyas son más caras”
“Aquella noche yo no podía dormir, así que decidí bajar a la cocina y tomar un chocolate bien caliente, no recordaba la última vez que había tomado uno. "
"Aquel era un vecindario normalmente silencioso, pero ese día seescuchaba un gran alboroto unas casas más abajo, que me había desvelado por completo."
“Aquella noche yo no podía dormir, así que decidí bajar a la cocina y tomar un chocolate bien caliente, no recordaba la última vez que había tomado uno. Aquel era un vecindario normalmente silencioso, pero ese día seescuchaba un gran alboroto unas casas más abajo, que me había desvelado por completo. Había calentado demasiado el chocolate con leche, así que en vez de esperar en la cocina decidí salir de la casa y ver quién armaba tanto escándalo. Caminé un poco por la acera, con la bata que a mi marido le había regalado su abuela y descubrí que el bullicio provenía de casa de los Blanco. A través de las ventanas seveía reír y charlar a los invitados, que eran muchos, y pensé que la hija mayor del matrimonio habría montado una gran fiesta sin el consentimiento de sus padres. Si era así, esa chiquilla tampoco iba a tener el mío e iba a terminar esa fiesta. Nadie abría la puerta y tuve que llamar insistentemente hasta que la señora Blanco abrió mientras se acicalaba el pelo, yome quedé estupefacta y ella me miraba con cara de pocos amigos. Me preguntó que si buscaba a alguien y contesté que no, pero, con cara de satisfacción, ella me dijo que mi marido estaba en el piso de arriba, pero que mejor mellevara al suyo. Yo, olvidando que no llevaba nada más que la ropa interior bajo la bata, me la quité y se la tiré a la cara diciéndole que sepodía quedar con los dos. Corrí por la acera, llegué a casa, cerré la puerta, me tomé mi chocolate y me fui a dormir. Al día siguiente, mi marido y yo nos reprochamos muchas cosas, algunas ciertas y otras no; pero, ya nada importaba, me había mentido y yo no estaba dispuesta a olvidar.”
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