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Los seres humanos nos comunicamos por medio del lenguaje, el cual utilizamos, principalmente, de dos maneras: oral y escrita. El lenguaje oral se vale de dos capacidades naturales, que son hablar y oir, y el lenguaje escrito requiere de la lectura y la escritura, que se adquierenpor medio de un elaborado proceso de aprendizaje.
Ahora bien, tanto la lectura como la escritura nos permite expresar y analizar ideas, conocimientos e incluso sentimientos de las generaciones pasadas y presentes; así, conocemos el pensamiento de Vargas Llosa, Susan Sontag, Og Mandino, Borges, José Emilio Pacheco, Unamuno, André Maurois, Lord Byron y muchos más; es igualmente útil para acceder a información diversa. Hacer nuestra la representación gráfica, requiere de una lectura profunda y analítica que permita decodificar los signos linguísticos. Una lectura debe respetar los signos de puntuación, dar al texto la entonación adecuada y buscar la razón que condujeron al autor a escribir acerca de determinado tema... Pues bien,
Resulta ser que la paciencia ha permitido acumular pruebas de que la mayoría de los autores antiguos dictaban sus obras y no las escribían por sí mismos. Tras el milagro del texto se ha ocultado por un cierto número de autores griegos y muchos más latinos, los Padres de la Iglesia y los autores de la alta Edad Media fueron dictatores non scriptores.
La alfabetización universal, tal como hou se concibe, no fue un ideal y mucho menos un objetivo de la educación griega, romana o cristiana. La causas son diversas y muchas provienen de la estrictamente jerarquizada sociedad antigua, sin embargo, dicho con sencillez, ninguna conexión fue imaginada entre alfabetización, civilización y madurez social o política. El resultado fue una alfabetización concetrada en al aristocracia antigua y vagamente difusa entre esclavos, servidores o libreros dedicados a leer y escribir para aquéllos, con el agregado de pequeños grupos de comerciantes y administradores que por su tarea estaban obligados a eleborar documentos. Esta era una minoría, y no importa que tan extensa fuera, siempre fue una minoría que, inclusos en un momento tan brillante como la Roma imperial, no pudo alcanzar más allá de 15% de la población total.
Para este grupo selecto, el aprendizaje de la escritura se concentraba en la escuela elemental. Los niños aprendían a escribir copiando y memorizando expresiones selectas. El alumno copiaba una a una las letras con el fin de retener el enunciado en la memoria. Además de las habilidades de copiar y tomar dictado, la enseñanza hacía énfasis en que el niño aprendiera a escribir su nombre. Escribir su propio nombre es todavía hoy un logro apreciado, pero en la Antiguedad tenía un significado mayor por que servía para autentificar todos los documentos que no serían realizados propia manu. Tales premisas educativas se revelaron extremadamente durables: el joven cxandidato a los monasterios medievales parace asistir iguamente a una sesión cotidiana de dictado para escribir sobre sus tablillas de cera, probablemente los Salmos.
Ahora bien, tanto la lectura como la escritura nos permite expresar y analizar ideas, conocimientos e incluso sentimientos de las generaciones pasadas y presentes; así, conocemos el pensamiento de Vargas Llosa, Susan Sontag, Og Mandino, Borges, José Emilio Pacheco, Unamuno, André Maurois, Lord Byron y muchos más; es igualmente útil para acceder a información diversa. Hacer nuestra la representación gráfica, requiere de una lectura profunda y analítica que permita decodificar los signos linguísticos. Una lectura debe respetar los signos de puntuación, dar al texto la entonación adecuada y buscar la razón que condujeron al autor a escribir acerca de determinado tema... Pues bien,
Resulta ser que la paciencia ha permitido acumular pruebas de que la mayoría de los autores antiguos dictaban sus obras y no las escribían por sí mismos. Tras el milagro del texto se ha ocultado por un cierto número de autores griegos y muchos más latinos, los Padres de la Iglesia y los autores de la alta Edad Media fueron dictatores non scriptores.
La alfabetización universal, tal como hou se concibe, no fue un ideal y mucho menos un objetivo de la educación griega, romana o cristiana. La causas son diversas y muchas provienen de la estrictamente jerarquizada sociedad antigua, sin embargo, dicho con sencillez, ninguna conexión fue imaginada entre alfabetización, civilización y madurez social o política. El resultado fue una alfabetización concetrada en al aristocracia antigua y vagamente difusa entre esclavos, servidores o libreros dedicados a leer y escribir para aquéllos, con el agregado de pequeños grupos de comerciantes y administradores que por su tarea estaban obligados a eleborar documentos. Esta era una minoría, y no importa que tan extensa fuera, siempre fue una minoría que, inclusos en un momento tan brillante como la Roma imperial, no pudo alcanzar más allá de 15% de la población total.
Para este grupo selecto, el aprendizaje de la escritura se concentraba en la escuela elemental. Los niños aprendían a escribir copiando y memorizando expresiones selectas. El alumno copiaba una a una las letras con el fin de retener el enunciado en la memoria. Además de las habilidades de copiar y tomar dictado, la enseñanza hacía énfasis en que el niño aprendiera a escribir su nombre. Escribir su propio nombre es todavía hoy un logro apreciado, pero en la Antiguedad tenía un significado mayor por que servía para autentificar todos los documentos que no serían realizados propia manu. Tales premisas educativas se revelaron extremadamente durables: el joven cxandidato a los monasterios medievales parace asistir iguamente a una sesión cotidiana de dictado para escribir sobre sus tablillas de cera, probablemente los Salmos.
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