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Esta exposición fue, a gran escala, mucho mayor que ninguna otra acontecida antes en cualquier otro lugar del mundo. Ocupó 66 acres (267 000 m²); el edificio principal situado en el Campo de Marte ocupaba 54 acres (219.000 m²). Las exposiciones francesas llenaron la mitad del espacio expositivo, con el restante espacio dividido entre las demás naciones del mundo. Alemania fue el único país importante que no fue representado, pero algunas pinturas germanas fueron exhibidas. La exposición de Estados Unidos fue encabezada por una serie de comisarios, entre los que se encontraba Pierce M. B. Young, un antiguo miembro del congreso estadounidense y mayor general en el Ejército de los Estados Confederados (CSA), junto a otros generales, políticos y famosos.
Reino Unido, la India Británica, Canadá, Victoria, Nueva Gales del Sur, Queensland, Australia del Sur, la Colonia del Cabo y algunas de las colonias de la corona británica ocuparon cerca de un tercio del espacio destinado para las naciones aparte de Francia. Los gastos del Reino Unido fueron costeados fuera de los consolidados ingresos; cada colonia británica costeó sus propios gastos. La exhibición del Reino Unido estuvo bajo el control de la comisión real, de la cual era presidente el Príncipe de Gales.
La exposición de artes plásticas y nueva maquinaria tuvo lugar a gran escala, y la Avenida de las Naciones, una calle con 730 metros de longitud, se dedicó a ejemplos de la arquitectura doméstica de casi todas las ciudades de Europa y algunas de Asia, África y América. La “Galería de las Máquinas” era un escaparate industrial de bajos arcos transversales, diseñados por el ingeniero Henri de Dion (1828-78). Muchos de los edificios y estatuas fueron hechos de staff, un material de construcción de bajo coste inventado en París en 1876, que está compuesto por fibra de yute, yeso de París y cemento.
En la ribera norte del río Sena, se construyó para la exposición un elaborado palacio, el palacio del Trocadero, en la punta de la Plaza del Trocadero. Era una preciosa estructura árabe con torres de 76 metros de altura flanqueadas por dos galerías. El edificio estuvo en pie hasta 1937. El 30 de junio de 1878, la cabeza de la Estatua de la Libertad fue mostrada en el jardín del palacio del Trocadero, mientras otras piezas fueron enseñadas en los Campos de Marte.
Entre los numerosos inventos exhibidos estaba el teléfono de Alexander Graham Bell. La luz eléctrica había sido instalada a lo largo de la Avenida de la Ópera y la Plaza de la Ópera, y en junio, un interruptor fue encendido y la zona se iluminó por bombillas eléctricas, inventadas por Thomas Edison, que sólo tenía en exposición un megáfono y un tocadiscos. Jurados internacionales consideraron los objetos expuestos otorgando medallas de oro, plata y bronce. Una de las cosas más populares fue un zoo humano, llamado “pueblo negro”, compuesto por 400 indígenas. Por lo que respecta a la participación española, el pintor Francisco Pradilla y Ortiz logró con su cuadro Doña Juana la Loca la primera medalla de oro para España en una exposición universal.
Más de 13 millones de personas pagaron por asistir a la exposición, convirtiéndola en un éxito financiero. El coste de la empresa del gobierno francés, que suministraba todos los fondos de construcción y explotación, fue poco menos de un millón de libras inglesas, después de tener el importe de los edificios permanentes y el Palacio del Trocadero, que fueron vendidos a la ciudad de París. El número total personas que visitó París durante el tiempo que duró la exposición fue 571.791, o 308.974 más de los que visitaron la ciudad francesa en 1877, y 46.021 visitantes más que en la anterior exposición de 1867. Además del impulso general dado al comercio francés, los ingresos procedentes de impuestos de los visitantes extranjeros aumentaron unos tres millones de libras esterlinas en relación al año anterior.
De manera simultánea a la exposición, se celebraron una serie de encuentros y conferencias para conseguir consenso sobre normas internacionales. El escritor francés Víctor Hugo dirigió el Congreso para la Protección de la Propiedad Literaria, que condujo a la consiguiente formulación de las leyes internacionales del copyright. Igualmente, otros encuentros condujeron a normalizar el flujo de correo de un país a otro. El Congreso Internacional para la mejora de las condiciones de los ciegos llevó a la adopción mundial del sistema de lectura táctil Braille.