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Nuestros músculos y huesos se han desarrollado para actuar en función de esta fuerza y la necesitan para mantenerse fuertes y sanos.
En el espacio, los astronautas flotan y la exposición prolongada a un ambiente con microgravedad deja su huella en el cuerpo humano.
La falta de gravedad debilita los músculos, lo cual a su vez aumenta el riesgo de tendinitis y acumulación de grasas.
Derechos de autor de la imagenNASAImage captionEn la ISS, los astronautas hacen dos horas y media de ejercicio al día, seis veces por semana.También nos hace crecer hasta cinco centímetros de altura, porque sin la compresión de la gravedad, las vértebras se separan.
Esto puede provocar dolores de espalda.
A largo plazo, los astronautas sufren pérdida ósea. La microgravedad hace que el cuerpo pierda calcio y fósforo y se debiliten los huesos, y aumente el riesgo de osteoporosis.
La pérdida ósea puede ser de hasta de 1,5% por mes, lo cual en un período de seis meses equivale a un 10%.
La recuperación tras el regreso, puede demorar entre tres y cuatro años, por eso los astronautas que viven en la ISS deben hacer dos horas y media de ejercicios diarios, seis veces por semana.
Otra complicación está relacionada con la circulación.
Nuestro sistema cardiovascular está diseñado para bombear sangre constantemente contra la fuerza de gravedad, que normalmente empuja la sangre hacia nuestros pies.
En la microgravedad del espacio, la sangre asciende hacia el pecho y la cabeza. Esto hace que a los astronautas se les hinche la cara y les aumente la presión arterial.