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San Martín ya en 1814 había decidido cruzar los Andes, porque entendía que no era posible declarar la independencia en Argentina si la libertad no se convertía en un objetivo continental. Mientras los realistas tuvieran asentamientos militares en América latina, la amenaza seguiría vigente.
San Martín llegó a Mendoza el 7 de septiembre de 1814. San Martín llegaba a Cuyo ya con la idea de organizar un disciplinado ejército, tarea a la que se abocó durante los años 1815 y 1816. En tierras mendocinas armó el Ejército de los Andes que fue una de las dos grandes formaciones militares que las Provincias Unidas del Río de la Plata desplegaron en la Guerra de Independencia Hispanoamericana.
La preparación del ejército llevó algo más de dos años y, para engrosar sus tropas, San Martín compró todos los esclavos negros de San Juan, San Luis y Mendoza, 233 en total, con la promesa de que, terminadas las batallas, serían libres. También gauchos y baqueanos se integraron a las tropas para guiarlas por los pasos más convenientes.
A mediados de 1816, San Martín se instaló en el campamento de El Plumerillo, donde constituyó su Estado Mayor.
El General San Martín, en ese momento Gobernador de Cuyo, diseñó un ingenioso y complejo plan para la invasión del territorio chileno.
Más que las batallas a librar con el ejército realista, a San Martín le preocupaba el cruce de la cordillera. “Lo que no me deja dormir no es la oposición que puedan hacerme los enemigos, sino el atravesar estos inmensos montes”, le escribió a su amigo Tomás Guido poco antes de partir.
Después de algunas consultas con los habitantes de la zona definió cuales eran los caminos más cortos para cruzar la cordillera y decidió armar dos columnas principales y cuatro secundarias. El trayecto que transitaron estos ejercitos son las que hoy se conocen como las seis Rutas Sanmartinianas.
El General San Martín diseñó una estrategia que tenía mucho de epopeya: elaboró una serie de instrucciones para engañar al enemigo, que trascendió con el nombre de “Guerra de Zapa” y consistía en varias acciones tendientes a desconcertar y alarmar al Gobernador de Chile, Casimiro Marcó del Pont.
Primero, entre 1815 y 1817, con la ayuda del patriota chileno Manuel Rodríguez, promovió la difusión de rumores, la distribución de panfletos y la formación de guerrillas en la zona central de Chile, todo con el fin de lograr la insurrección y la desarticulación del Ejército Real, seduciendo las tropas realistas, promoviendo su deserción infundiendo temor a los soldados y lograr así el apoyo de chilenos para la causa.
Simultáneamente elaboró el plan de avances multiples que obligaran al Gobernador de Chile a dividir sus fuerzas en cuatro destacamentos secundarios, facilitando así la invasión del territorio chileno por sus propias tropas.
En enero de 1817, las seis columnas del Ejército Libertador comienzan su marcha en forma escalonada, con un cronograma exacto que debía ser respetado a rajatabla por los generales al mando de cada columna, para poder llegar todos el 12 de febrero a la batalla. La razón que motivó la elección de esta fecha para la partida fue porque es el único período del año en el que la cordillera está habilitada, dado que el resto del tiempo está intransitable por la nieve.
San Martín ordenó primero el avance de las cuatro columnas secundarias por los Pasos de Come Caballos, Guana, Portillo y Planchón, mientras las dos columnas principales iban a cruzar por los Pasos de Uspallata y Los Patos, dos vías abruptas que aseguraban el factor sorpresa. El cruce duró 21 días, utilizándose baqueanos. Se atravesaron alturas superiores a los 4.000 msnm.
Fue un avance en varios sectores, en un frente de más de 2.000 kilómetros, a través de una gigantesca cordillera. Con esto se logró distraer a las fuerzas realistas de Chile que, al no saber por donde serían atacados se vieron obligados a dividir sus fuerzas.