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La paciencia, a grandes rasgos, es nuestro nivel e resistencia antes de tornarnos negativos con respecto a algo, generalmente una espera. Se dice constantemente que la paciencia es una virtud. Sin embargo, una virtud es algo dado, algo que no depende de nosotros, que no es directamente meritorio de nosotros. Es preferible pensar que la paciencia es un músculo, que se puede fortalecer, que puede crecer.
Tomando en cuenta que la ansiedad es una respuesta para defendernos de un peligro inminente, parece lógico que a las personas con altos niveles de la misma les cueste lidiar con la espera, pues tienen un temor constante y, aunque fuera de lugar, una necesidad buscar una situación más segura.
La inquietud e impaciencia, así como el perfeccionismo, son síntomas de ansiedad que van completamente de la mano con la intolerancia a la incertidumbre. Muchos consideran que es mejor saber lo que va a pasar de una vez, sea bueno o malo.