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Pese a que es un bien de consumo final utilizado para el confort humano, la energía es de vital importancia para el desarrollo económico y para la satisfacción de las necesidades de la población de un país. Y aunque no se la incorpora materialmente a los bienes o servicios producidos, forma parte del instrumental que se necesita para activar las maquinarias y herramientas en cualquier producción.
En Argentina, encontramos diversos recursos energéticos. Por ejemplo, las cuencas petrolíferas y gasíferas; los ríos caudalosos como el Paraná y el Uruguay y otros que son importantes por su pendiente y no por su caudal, como los ríos del Desaguadero descendientes de la Cordillera de los Andes y los ríos de las Sierras Pampeanas, todos ellos empleados para la producción de energía hidroeléctrica.
También contamos con grandes superficies áridas y semiáridas con alta heliofanía, es decir, con mayor intensidad de la luz solar, para la utilización de la energía del sol. Tal es el caso de la región de Cuyo, las Sierras Pampeanas, la Puna y la cordillera Oriental.
Otro recurso energético es la acción del viento, llamada energía eólica, propio de áreas como la Patagonia, en donde los vientos son constantes e intensos. En este lugar, junto al litoral marítimo, encontramos la amplitud de las mareas que se podría utilizar para la energía mareomotriz.
Y por último, nos encontramos con áreas con actividad volcánica, como en Neuquén, en los volcanes Copahue y Domuyo, y otras localidades cercanas a la cordillera donde se aprovecha en reducidas proporciones la energía geotérmica, es decir, el calor interno de la Tierra.