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La tecnología se ha extendido tanto en nuestro mundo moderno que no solo está cambiando el modo como trabajamos y vivimos, sino también nuestros valores, nuestro punto de vista de nosotros mismos y de la sociedad en conjunto. Surge la cuestión: ¿Hemos utilizado la tecnología prudentemente para nuestra propia bendición, o ha dominado la tecnología nuestro modo de vivir para perjuicio nuestro?
Sin duda, de una manera u otra, la mayoría de la gente que vive hoy se ha beneficiado del adelanto de la ciencia y la tecnología. En las naciones desarrolladas, al igual que en las que están en vías de desarrollo, la tecnología ha producido numerosas ventajas materiales en casi todo aspecto de la vida. Ante todo, el empleo de máquinas, abonos, insecticidas y semillas mejoradas ha aumentado el suministro de alimento y la nutrición de gran parte de la población mundial. Los adelantos en la medicina han resultado en mejor salud y una vida más larga en el caso de muchas personas. El automóvil y el avión, junto con otros desenvolvimientos en la electrónica, los ordenadores y los satélites, han hecho posible que la gente viaje y se comunique con otras personas alrededor del mundo con relativa facilidad. En el aspecto más personal, la tecnología ha eliminado gran parte del trabajo pesado y el esfuerzo tanto en el lugar de empleo como en el hogar.
Aunque a algunas personas de los países adelantados en sentido tecnológico les gusta hablar de los buenos tiempos del pasado, pocas están dispuestas a abandonar la vasta cantidad de artefactos que ahorran tiempo y esfuerzo, los cuales ellas han dado por sentado o a los cuales se han acostumbrado en su vida diaria. La tecnología ciertamente se ha convertido en una esclava útil y ha hecho posible —como lo expresó cierto observador— que la gente común hoy día viva “como nunca pudieron vivir los reyes de una época anterior”.
Considere, en primer lugar, el efecto que la tecnología ha tenido en el ambiente. Después de calificar de “crisis silenciosa”, el ex secretario del Interior Stewart Udall describió la situación en los Estados Unidos así:
“Esta nación está a la cabeza del mundo en cuanto a riquezas y poder, pero también está a la cabeza en cuanto a la degeneración del hábitat humano. Tenemos la mayor cantidad de automóviles y los peores depósitos de chatarra. Somos las personas más ambulantes de la Tierra y aguantamos la peor congestión. Producimos la mayor cantidad de energía y tenemos el aire más viciado. De nuestras fábricas salen a raudales más productos, y nuestros ríos transportan las cantidades más grandes de contaminación. Tenemos la mayor cantidad de bienes para la venta y los letreros más desagradables para anunciar el valor de ellos”.
De todas las cosas que se dice que la tecnología ha hecho, quizás sea lo que nos haya hecho como humanos lo que cause más preocupación. Una de las quejas comunes es que las técnicas de producción en masa y la automatización mediante ordenadores tienden a disminuir el valor de la individualidad, el juicio y la experiencia del trabajador. Este punto de vista lo expresó Karen Nussbaum, directora de una asociación de trabajadores, quien afirma que, por la eficiencia, “los empleos llegan a estar controlados y a ser cada vez más especializados... lo cual significa que los trabajadores hacen fracciones cada vez más pequeñas de la labor más grande. Se utilizan personas como añadiduras de máquinas. Esto es deshumanizador”.
El resultado es una sensación de enajenación, o falta de un sentido de propósito y logro. A la mayoría de la gente se le hace difícil cultivar algún interés verdadero en su empleo al trabajar, día tras día, a destajo en instituciones grandes, mientras efectúan labores llenas de repeticiones. Rara vez ven el producto final de su labor y no participan en las ganancias, excepto al recibir su paga. Esto, según la opinión de Murray Turoff, profesor del Instituto de Tecnología de Nueva Jersey, producirá “una generación de empleados que no sienten lealtad alguna para con la compañía y que son, en general, apáticos”.
La Biblia habla acerca de un gobierno de ese tipo: “El Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos [que existen hoy día], y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos”. (Daniel 2:44.) Ese Reino es nada menos que el Reino Mesiánico de Dios en manos de Jesucristo.
Bajo la gobernación pacífica del Reino de Dios, lo que la tecnología moderna puede solamente esperar lograr se hará realidad. Los desiertos y la tierra reseca llegarán a ser productivos. Habrá trabajo interesante y que valga la pena para todos. A los ciegos, los cojos, los sordos y los mudos se les librará de sus aflicciones. Y hasta la muerte misma será vencida.
Sin duda, de una manera u otra, la mayoría de la gente que vive hoy se ha beneficiado del adelanto de la ciencia y la tecnología. En las naciones desarrolladas, al igual que en las que están en vías de desarrollo, la tecnología ha producido numerosas ventajas materiales en casi todo aspecto de la vida. Ante todo, el empleo de máquinas, abonos, insecticidas y semillas mejoradas ha aumentado el suministro de alimento y la nutrición de gran parte de la población mundial. Los adelantos en la medicina han resultado en mejor salud y una vida más larga en el caso de muchas personas. El automóvil y el avión, junto con otros desenvolvimientos en la electrónica, los ordenadores y los satélites, han hecho posible que la gente viaje y se comunique con otras personas alrededor del mundo con relativa facilidad. En el aspecto más personal, la tecnología ha eliminado gran parte del trabajo pesado y el esfuerzo tanto en el lugar de empleo como en el hogar.
Aunque a algunas personas de los países adelantados en sentido tecnológico les gusta hablar de los buenos tiempos del pasado, pocas están dispuestas a abandonar la vasta cantidad de artefactos que ahorran tiempo y esfuerzo, los cuales ellas han dado por sentado o a los cuales se han acostumbrado en su vida diaria. La tecnología ciertamente se ha convertido en una esclava útil y ha hecho posible —como lo expresó cierto observador— que la gente común hoy día viva “como nunca pudieron vivir los reyes de una época anterior”.
Considere, en primer lugar, el efecto que la tecnología ha tenido en el ambiente. Después de calificar de “crisis silenciosa”, el ex secretario del Interior Stewart Udall describió la situación en los Estados Unidos así:
“Esta nación está a la cabeza del mundo en cuanto a riquezas y poder, pero también está a la cabeza en cuanto a la degeneración del hábitat humano. Tenemos la mayor cantidad de automóviles y los peores depósitos de chatarra. Somos las personas más ambulantes de la Tierra y aguantamos la peor congestión. Producimos la mayor cantidad de energía y tenemos el aire más viciado. De nuestras fábricas salen a raudales más productos, y nuestros ríos transportan las cantidades más grandes de contaminación. Tenemos la mayor cantidad de bienes para la venta y los letreros más desagradables para anunciar el valor de ellos”.
De todas las cosas que se dice que la tecnología ha hecho, quizás sea lo que nos haya hecho como humanos lo que cause más preocupación. Una de las quejas comunes es que las técnicas de producción en masa y la automatización mediante ordenadores tienden a disminuir el valor de la individualidad, el juicio y la experiencia del trabajador. Este punto de vista lo expresó Karen Nussbaum, directora de una asociación de trabajadores, quien afirma que, por la eficiencia, “los empleos llegan a estar controlados y a ser cada vez más especializados... lo cual significa que los trabajadores hacen fracciones cada vez más pequeñas de la labor más grande. Se utilizan personas como añadiduras de máquinas. Esto es deshumanizador”.
El resultado es una sensación de enajenación, o falta de un sentido de propósito y logro. A la mayoría de la gente se le hace difícil cultivar algún interés verdadero en su empleo al trabajar, día tras día, a destajo en instituciones grandes, mientras efectúan labores llenas de repeticiones. Rara vez ven el producto final de su labor y no participan en las ganancias, excepto al recibir su paga. Esto, según la opinión de Murray Turoff, profesor del Instituto de Tecnología de Nueva Jersey, producirá “una generación de empleados que no sienten lealtad alguna para con la compañía y que son, en general, apáticos”.
La Biblia habla acerca de un gobierno de ese tipo: “El Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos [que existen hoy día], y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos”. (Daniel 2:44.) Ese Reino es nada menos que el Reino Mesiánico de Dios en manos de Jesucristo.
Bajo la gobernación pacífica del Reino de Dios, lo que la tecnología moderna puede solamente esperar lograr se hará realidad. Los desiertos y la tierra reseca llegarán a ser productivos. Habrá trabajo interesante y que valga la pena para todos. A los ciegos, los cojos, los sordos y los mudos se les librará de sus aflicciones. Y hasta la muerte misma será vencida.
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En todos los aspectos de la vida,empezando con el cambio de ls tutina diaria,pues antes las personas solían demorar más haciendo sus trabajos domésticos, pero ahora gracias a la tecnología puedes realizar lo mismo en menos tiempo, refirienfonos en el aspecto social,la gente ahora suele clasificarse en diferentes clases sociales gracias a cuanta tecnología cuentas en tu casa (esto es un aspecto negativo que podemos descubrir de la tecnología) y en el aspecto económico,gracias a la tecnología muchas personas se han levantado de la pobreza y llegado ha ser multimillonario gracias a ella, tenemod el gran ejemplo de Steve Jobs creador de Apple
Espero que te sirva!!
Espero que te sirva!!
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