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12
Lo primero es recordar que tanto Pármeno como Sempronio eran criados de Calisto. Probablemente Pármeno sea el personaje más trágico de la obra, resulta ser el que todos los demás manipulan y corrompen.
Durante el primero acto, Calisto lo manda a callar por hablar mal de su tía. En este momento vienen entrando Sempronio y Celestina, Pármeno responde:
¿Por qué, señor, te matas? ¿Por qué, señor, te acongojas? ¿Y tú piensas que es vituperio en las orejas de ésta el nombre que la llamé? No lo creas; que así se glorifica en le oír, como tú, cuando dicen: ¡diestro caballero es Calisto! Y demás de esto, es nombrada y por tal título conocida. Si entre cien mujeres va y alguno dice: ¡desgraciada vieja!, sin ningún empacho luego vuelve la cabeza y responde con alegre cara. En los convites, en las fiestas, en las bodas, en las cofradías, en los mortuorios, en todos los ayuntamientos de gentes, con ella pasan tiempo. Si pasa por los perros, aquello suena su ladrido; si está cerca de las aves, otra cosa no cantan; si cerca de los ganados, balando lo pregonan; si cerca de las bestias, rebuznando dicen: ¡desgraciada vieja! Las ranas de los charcos otra cosa no suelen mentar. Si va entre los herreros, aquello dicen sus martillos. Carpinteros y armeros, herradores, caldereros, arcadores, todo oficio de instrumento forma en el aire su nombre. Cántanla los carpinteros, péinanla los peinadores, tejedores. Labradores en las huertas, en las aradas, en las viñas, en las segadas con ella pasan el afán cotidiano. Al perder en los tableros, luego suenan sus loores. Todas cosas que son, a do quiera que ella está, el tal nombre representan. ¡Oh qué comedor de huevos asados era su marido! ¿Qué quieres más, sino, si una piedra toca con otra, luego suena ¡desgraciada vieja!?
Posteriormente en el segundo acto, le pide que se calle en un momento en el que Calisto pensaba en su amada Melibea y le ordena que saque un caballo para ir a visitarla.
Respondiendo este: ¡Mozos! ¿No hay mozo en casa? Yo me lo habré de hacer, que a peor vendremos de esta vez que ser mozos de espuelas. ¡Andar!, ¡pase! Mal me quieren mis comadres, etc. ¿Relincháis, don caballo? ¿No basta un celoso en casa?... ¿O barruntáis a Melibea?
Pármeno es hijo de Claudina, maestra y antaño compañera de Celestina, y en su buena fe, intenta advertirle a su amo los peligros de tratar con esta mujer.
Luego su lealtad se quiebra cuando una de las pupilas de Celestina lo seduce.
Durante el primero acto, Calisto lo manda a callar por hablar mal de su tía. En este momento vienen entrando Sempronio y Celestina, Pármeno responde:
¿Por qué, señor, te matas? ¿Por qué, señor, te acongojas? ¿Y tú piensas que es vituperio en las orejas de ésta el nombre que la llamé? No lo creas; que así se glorifica en le oír, como tú, cuando dicen: ¡diestro caballero es Calisto! Y demás de esto, es nombrada y por tal título conocida. Si entre cien mujeres va y alguno dice: ¡desgraciada vieja!, sin ningún empacho luego vuelve la cabeza y responde con alegre cara. En los convites, en las fiestas, en las bodas, en las cofradías, en los mortuorios, en todos los ayuntamientos de gentes, con ella pasan tiempo. Si pasa por los perros, aquello suena su ladrido; si está cerca de las aves, otra cosa no cantan; si cerca de los ganados, balando lo pregonan; si cerca de las bestias, rebuznando dicen: ¡desgraciada vieja! Las ranas de los charcos otra cosa no suelen mentar. Si va entre los herreros, aquello dicen sus martillos. Carpinteros y armeros, herradores, caldereros, arcadores, todo oficio de instrumento forma en el aire su nombre. Cántanla los carpinteros, péinanla los peinadores, tejedores. Labradores en las huertas, en las aradas, en las viñas, en las segadas con ella pasan el afán cotidiano. Al perder en los tableros, luego suenan sus loores. Todas cosas que son, a do quiera que ella está, el tal nombre representan. ¡Oh qué comedor de huevos asados era su marido! ¿Qué quieres más, sino, si una piedra toca con otra, luego suena ¡desgraciada vieja!?
Posteriormente en el segundo acto, le pide que se calle en un momento en el que Calisto pensaba en su amada Melibea y le ordena que saque un caballo para ir a visitarla.
Respondiendo este: ¡Mozos! ¿No hay mozo en casa? Yo me lo habré de hacer, que a peor vendremos de esta vez que ser mozos de espuelas. ¡Andar!, ¡pase! Mal me quieren mis comadres, etc. ¿Relincháis, don caballo? ¿No basta un celoso en casa?... ¿O barruntáis a Melibea?
Pármeno es hijo de Claudina, maestra y antaño compañera de Celestina, y en su buena fe, intenta advertirle a su amo los peligros de tratar con esta mujer.
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