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La Segunda Guerra Mundial marcó un hito para la inmigración asiática. Si bien algunos países de emigrantes asiáticos eran aliados en la guerra —como China, la India y las Filipinas—, otros eran enemigos —como Japón y Corea—, esta última bajo el protectorado de Japón en ese entonces. Era necesario ganar la guerra y silenciar la propaganda bélica japonesa. Los estadounidenses también demandaron rectificar los errores históricos y obtener justicia racial. Como consecuencia, EE. UU. revocó la Ley de Exclusión China de 1943, dispuso cupos limitados para los inmigrantes y permitió la naturalización de los inmigrantes chinos. Leyes similares extendieron dichos cupos y derechos a los indoasiáticos y filipinos en 1946. No obstante, los japoneses y coreanos deberían esperar hasta 1952 para obtener los mismos derechos, cuando el congreso también abolió la Zona de Exclusión Asiática y estableció el Triángulo Asia-Pacífico, que concedió a la región de Asia-Pacífico un cupo anual total de inmigración de 2000 individuos.