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Para entender el papel de Japón en la Primera Guerra Mundial y el porqué de su participación en la misma, deberíamos explicar brevemente la dinámica del país en los años precedentes. Es así como podremos apreciar la serie de cambios brutales que comenzó a sufrir tras la Restauración Meiji en 1868 y que lo hicieron convertirse en un país modernizado, llegando incluso a colocarse a la altura de las demás potencias occidentales en un período corto de años.
Japón deseaba ponerse a la altura de las demás potencias mundiales y labrarse un nombre en el ámbito internacional. Aunque para conseguirlo, tuvo que pasar por varias etapas en las que fue dando una serie de pasos hasta alcanzar el objetivo propuesto. Así, vemos como en una primera etapa, que va del 1853 al 1873, tuvo que ceder a las peticiones de las potencias extranjeras sin oponer prácticamente resistencia. Es, por ello, por lo que firma un conjunto de tratados con países como Estados Unidos, Rusia o Gran Bretaña, en los que Japón se encontraba en una posición desigual. Lo único que ganaba con ello era reducir la presión que Occidente estaba ejerciendo sobre el país.
A partir de 1871 comienza una nueva etapa, que va hasta el año 1894, en la que los objetivos principales de Japón eran definir la posición internacional del país en el ámbito internacional y conseguir la revisión de los tratados desiguales firmados en la etapa anterior. Es también en estos momentos, cuando comenzamos a ver los primeros indicios expansionistas de Japón. Así, en 1872 establecen el control administrativo de las Islas Ryu-Kyu, en 1875 le quitan a Rusia las Kuriles, y ‹‹abren›› Corea al exterior (siguiendo la misma estrategia que Occidente empleó con ellos en 1853 para obligarlos a salir del aislamiento).
Crucero de batalla Kongô
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Sin embargo será ya en la tercera etapa, 1894-1914, en la que Japón conseguirá ser reconocida como una potencia mundial al firmar acuerdos con países como Gran Bretaña en 1894, en los que logrará eliminar los aspectos desiguales de los tratados anteriores. Es en esos años, como acabamos de decir, en los que Japón se consolida como una gran potencia en el lejano oriente al mismo nivel que el resto de potencias occidentales. No obstante no se debe olvidar que para conseguir tales avances también fueron decisivas las victorias conseguidas en la guerra chino-japonesa de 1894-1895 y en la guerra ruso-japonesa de 1904-1905.
Por todo ello, como hemos podido observar, a la altura de 1914 Japón había pasado de ser un país en cierto modo rebajado ante las potencias occidentales a ser una potencia mundial más. Y, como no podía ser de otro modo, al haberse convertido en potencia, pretendía formar parte del imperialismo. De todos modos no debemos olvidar, en este sentido, que Japón a lo largo de su historia había intentado la invasión de sus países vecinos en varias ocasiones. Sus miras siempre habían estado puestas en países como Corea o China; sin embargo, será ahora gracias al contacto con Occidente cuando cuente con los medios y tecnologías necesarios para poder intervenir con mayor éxito. Por tanto era un país que a la altura del estallido de la Gran Guerra en 1914 era una potencia imperialista más, que rivalizaba con las demás occidentales (Gran Bretaña, Rusia, Estados Unidos, etc.)