Respuestas
Te busco en el castillo de mi cuerpo, soy un rey abandonado en su palacio,
soy el tirano de mis mudos huesos. Clausurado en mi cuerpo, te persigo en la carrera de mi sangre,
te veo en los ojos que me arden hasta girar la órbita de su reposo último,
te siento impenetrable entre mi vientre como una dura catedral de vino.
Alfredo Fressia.
Yo apenas quiero ser humilde araña
que en torno tuyo su hilazón tejiera
y que, como explorando una montaña
se enredase en tu misma cabellera
Yo quiero ser gusano: hacer encaje;
dar mi capullo a las dentadas ruedas;
y así, poder, en la prisión de un traje,
sentirte palpitar bajo mis sedas.
Jose Santos
Te recuerdo como eras en el último año.
Eras la boina gris y el corazón en calma
En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo
y las hojas caían en el agua de tu alma
Apegada a mis brazos como una enredadera,
las hojas recogían tu voz lenta y en calma.
Hoguera de estupor en que mi sed ardía
Dulce jacinto azul torcido sobre mi alma
Pablo Neruda
Mientras por competir con tu cabello,
Oro bruñido, el sol relumbra en vano,
mientras con menosprecio en medio del llano
mira tu blanca frente el lirio bello;
mientras a cada labio, por cogerlo,
siguen más ojos que al clavel temprano,
y mientras triunfa con desdén lozano
del luciente cristal tu gentil cuello.
goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lirio, clavel, cristal luciente,
no sólo en plata o viola troncada
se vuelva, más tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.
Góngora
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