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China capta 30% de la inversión privada del mundo en desarrollo, mientras que Brasil apenas accede a 7%. Desde 1990, América Latina redujo la pobreza de 48,3% a 35,1%, mientras que en Vietnam hoy no llega a 15%. Pese al crecimiento económico y los avances sociales de los últimos años, América Latina está lejos de encontrar un camino adecuado para insertarse eficazmente en la globalización. El artículo sostiene que esto se debe a las visiones equivocadas, teñidas de nacionalismo y populismo, que prevalecen en la región.
América Latina en el espejo de la globalización
América Latina y el camino de Asia
Vista desde ciertas partes de América Latina, la globalización aparece como una imposición de los países más ricos a los más pobres con el único fin de esquilmarlos. A esto se añade la idea, sumamente extendida en algunos medios y entre ciertos intelectuales, de que hay una única globalización, que esta es unidireccional y está impuesta desde arriba, especialmente por las empresas monopólicas transnacionales. Desde esta perspectiva, la globalización se expresa básicamente a partir de las relaciones con Estados Unidos y Europa y con los organismos financieros multilaterales, con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) a la cabeza. Esta lectura es, en cierto modo, consecuencia de la fuerte impronta nacionalista existente en las mentalidades latinoamericanas y del peso que todavía sigue teniendo en ellas la idea del imperialismo o del «imperio», como se lo llama ahora. Un imperio que mantiene el apellido «yanqui» y que, de la mano de algunos líderes populistas, sigue agitando viejos fantasmas.