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Respuesta:
Democracia deliberativa, autonomía y medios masivos.
0. Introducción
Aquí tomaremos en cuenta (1) la relación entre democracia deliberativa y
autonomía, para luego (2) analizar las formas en que los medios masivos, como
parte de la esfera pública informal, pueden afianzar o entorpecer una democracia
deliberativa. En la elaboración de este trabajo, hemos sido beneficiados por el
debate en el marco de la Cátedra de Epistemología de las Ciencias Sociales, en la
Escuela de Ciencias de la Información de la UNC, con todos sus integrantes y con
nuestros estudiantes.
1. Democracia deliberativa y autonomía.
Una democracia deliberativa confiere un rol importante a la búsqueda del acuerdo1
,
lo cual conduce, a su vez, a una creciente autonomía. El acuerdo racionalmente
motivado2
presupone sujetos capaces de ejercer crítica sobre los enunciados que
reciben. Tal aptitud (y ejercicio) es la base de la autonomía.
La autonomía, en sentido general, implica que una persona puede dirigir su propia
vida. Etimológicamente3
, significa que un individuo puede adoptar su propio conjunto
de normas, en lugar de sufrir la imposición de tales normas por una fuente externa.
En otro sentido, la autonomía puede incluir la esfera de la acción. Así, una persona
autónoma actúa de acuerdo con sus preferencias, y, a su vez, forma esas
preferencias4
.
La autonomía, en tanto adopción de un conjunto propio de normas, se construye a lo
largo del tiempo. Durante su crianza, una persona adopta normas, en general, a
partir del amor, el temor, o alguna otra emoción. A medida que crece, revisa esas
normas, las cuestiona y finalmente decide cuáles honrar. Adopta entonces un
conjunto de normas aceptadas racionalmente, en virtud de argumentos (brinda así
un “acuerdo racionalmente motivado”). Habermas toma para ello un concepto
ampliado (“no reducido”) de razón5
, que incluye la dimensión comunicativa, dirigida a
la consecución de acuerdos racionalmente motivados.
Un aspecto crucial de la autonomía consiste en la oportunidad de reflexionar
críticamente sobre las ideas propias. Habermas denomina a este proceso
“autorreflexión”6
. Por ello, la autonomía no es inocua: puede afectar el sentido de
comunidad, la paz social, o la armonía7
.
La deliberación puede conducir a una mayor autonomía a nivel individual y social. La
autorreflexión incrementa el control propio sobre la vida, y se vuelve más rica en
sociedades heterogéneas, que incluyen creencias variadas.
El problema del elitismo
Pero, ¿qué clase de deliberación? Algunos autores advierten que podría convertirse
en una “ventaja comparativa” de los miembros de la “clase elocuente”8
, lo cual
podría ahondar las desventajas de los grupos desvalidos9
.
Una democracia deliberativa, por tanto, debería fomentar la autonomía y evitar el
elitismo. Debe regular, contrarrestar o al menos hacer evidentes las restricciones
impuestas por los medios de influencia, tales como el dinero, el poder, la fuerza, y el
lenguaje manipulativo10. Además, la provisión de salud, trabajo y alimentación tienen
enorme relevancia. Una persona queda sometida a una influencia indebida del poder
y el dinero cuando su existencia material está en riesgo11.