¿Los Algoritmos son necesarios en nuestra vida y se implementan para mejorar las tecnologías que nos rodean?
Respuestas
Respuesta:
¿Los Algoritmos son necesarios en nuestra vida y se implementan para mejorar las tecnologías que nos rodean?
Explicación:
Se ha dicho que vivimos en “la civilización de los algoritmos”; estos se han convertido en el “carbono” de la sociedad moderna. Los que trabajamos con datos los utilizamos constantemente: cada uno de nosotros tiene una “biblioteca” particular de ellos y según el problema al que se enfrenta usa uno u otro. Otras veces probamos varios y nos quedamos con el que mejor funciona. Los algoritmos resuelven problemas muy habituales en las compañías como medir la propensión de compra de productos, proponer recomendaciones de contenidos, anticipar el volumen de ventas futuro o segmentar a los clientes para diseñar productos diferenciados.
Pero no hace falta ser científico de datos para consumir algoritmos. Cuando buscamos algo en Internet, compramos un billete de avión, traducimos un texto o utilizamos el navegador del coche estamos aprovechándonos de la labor de muchos de ellos: los algoritmos nos hacen la vida más fácil.
Con la irrupción de big data ha llegado también la computación de datos en paralelo. Ahora es factible procesar grandes cantidades de datos y esto ha puesto de moda nuevas técnicas. Un ejemplo es el deep learning, que engloba un conjunto de algoritmos conocidos como redes neuronales, que imitan la forma de pensar del ser humano y que han demostrado ser prácticamente imbatibles en problemas de reconocimiento de imágenes.
Un algoritmo es una rutina: una lista de instrucciones del tipo “haga primero esto y luego esto otro”. A los ordenadores se les da muy bien seguir instrucciones sin salirse de un camino marcado, por eso se llevan bien con los algoritmos.
Para entender mejor qué son los algoritmos y algunos conceptos alrededor de ellos, vamos a analizar uno de los más famosos de la historia: el algoritmo de Euclides para calcular el máximo común divisor (mcd) de dos números enteros, es decir, el mayor número por el que ambos son divisibles. Por ejemplo, el máximo común divisor de 84 y 18 es 6.
El máximo común divisor se enseña a calcular mediante la descomposición en factores primos. Por ejemplo, los factores primos de 84 son 22, 3 y 7 y los factores primos de 18 son 2 y 32. Ahora es cuando aplicamos lo de escoger los factores comunes elevados al menor exponente. Ambas descomposiciones tienen 2 y 3 como factor común y esos son los menores exponentes (por ejemplo, 22 es solo factor de 84). Así pues, el máximo común divisor de 84 y 18 es el producto de estos números, es decir mcd (84, 18)=2×3=6.
Cuando los números son muy grandes, factorizarlos en números primos puede resultar prácticamente imposible. Hoy en día no existe de hecho ningún algoritmo eficiente que lo haga, pero hay una manera muy eficiente y hermosa de calcular el mcd de dos números sin necesidad de factorizarlos: la descubrió Euclides 300 años antes de Cristo. Euclides publicó su algoritmo en el libro 7 de sus Elementos, una de las obras más importantes de la historia de la ciencia, que sirvió de fuente de inspiración para los mayores genios de las matemáticas así como para enseñar esta disciplina durante 2.000 años.